El cabildo catedral es un grupo de sacerdotes (canónigos), cuya función es la recitación del oficio público de la Iglesia. Está encabezado por la figura del deán; el hábito de los canónigos de esta catedral se compone de sotana negra, fajín morado, roquete con vivos carmesíes, muceta negra abierta con vueltas y botones carmesíes, y bonete negro con borla verde; en invierno sustituyen la muceta por capa coral negra con vueltas moradas, y capirote negro con forros de terciopelo rojo.
El obispo actual de la diócesis es D. José Mazuelos Pérez.
los canónigos del Cabildo Catedral:
ORIGEN DEL CABILDO CATEDRALICIO
Su origen se remonta a mediados del siglo XI y sus contenidos quedan claramente delimitados en el siglo XIII, esto es, ayudar al obispo en el gobierno de la diócesis, suplirlo cuando fuera menester, elegir al sucesor, atender el culto en la catedral, etc.)
El cabildo se sostenía mediante la mensa capitular, formada por toda clase de bienes, en su mayoría de donación real, y con los diezmos como ingreso principal. Las donaciones de los fieles (fundación de obras pías, misas, donativos, ayudas, etc.) también contribuían a su sostenimiento.
Los componentes de los cabildos aumentan desde la Baja Edad Media hasta alcanzar su configuración más plena en la Edad Moderna. El volumen de miembros dependía en gran parte de la cuantía de las rentas del cabildo, y se distribuían en tres niveles:
Las dignidades y sus denominaciones variaban en número de unos cabildos a otros, si bien el presidente del cabildo solía llamarse en todos prioste o deán.
De los canónigos, los de mayor prestigio e importancia eran los que ocupaban las canonjías de oficio (magistral, doctoral, lectoral y penitenciaria).
Los racioneros solían dividirse entre racioneros enteros y medio racioneros.
Existía, además, un personal auxiliar, heterogéneo en su composición y número variable, formado por clérigos y seglares, que atendían las necesidades del culto y cubrían las tareas de asistencia a la catedral (capellanes, bachilleres, chantres o capiscoles, sochantres, niños de coro, entonadores, lampareros, organistas, etc.)
La regulación de la vida capitular se hizo desde su creación mediante constituciones y ordenanzas, pero cuando realmente se reglamenta es después del Concilio de Trento. A las reuniones colegiadas- llamadas juntas y cabildos– de los capitulares compete el buen gobierno de la catedral. Presididas inicialmente por el prelado y, más tarde, por el deán, tales reuniones podían ser extraordinarias y ordinarias y éstas, de dos clases a su vez: plenos o plenarias, a las que asistían todos, y de dignidades y canónigos, que eran las más corrientes.
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