El Encuentro cristiano por la paz y contra el genocidio del gobierno de Benjamín Netanyahu, promovido por siete colectivos eclesiales y en el que han participado unas 200 personas, exige a Israel una tregua en Gaza que paralice el genocidio que ha realizado sobre los territorios palestinos. Pese a que se pretende mostrar que es un conflicto armado, Gaza y Cisjordania, coincidimos con Cáritas Internacional que asegura que lo que se produce en los territorios, con la complicidad del presidente de los Estados Unidos “no es una guerra, sino un exterminio”.
La invasión del gobierno israelí al pueblo palestino es un exterminio, incomprensible tras lo que sufrieron el pueblo judío bajo las directrices del nazismo. Tras dos años intentando justificar la invasión como respuesta a la muerte de 1.200 personas producidas por un acto violento de Hamás, el balance es: 64.000 personas palestinas muertas, más de 250 periodistas asesinadas, situación de hambruna declarada por la ONU, tras el fallecimiento de más de 300 personas por desnutrición, entre las están más de un centenar de menores, y el arrasamiento de infraestructuras: urbanizaciones, hospitales, centros educativos y sanitarios, y vías de comunicación.
Los grupos eclesiales convocantes denunciamos la sordera, la arrogancia y el incumplimiento del derecho internacional del gobierno de Netanyahu ante las múltiples llamadas de la ONU, de naciones y diversos colectivos, incluso israelíes, que exigen una tregua inmediata, que posibilite el diálogo y la negociación para que acabe la destrucción de la franja de Gaza. También lamentamos el impedimento de la ayuda humanitaria y la prohibición de entrada de medios de comunicación que certifiquen más lo que sabemos: que lo que realiza el gobierno israelí, es un desprecio a la humanidad.
Urge parar la liquidación del pueblo palestino y su desplazamiento forzoso, desoyendo la demanda de gran parte de los integrantes de la ONU de la creación de dos estados que vivan en paz. Asimismo, rechazamos la carrera armamentista que solo busca la muerte o colonización de los pueblos más empobrecidos como sucede con Palestina, Ucrania y el Sáhara, impulsada por intereses fundamentalmente económicos y políticos.
Discrepamos del eslogan de algunos estados o naciones militaristas que siguen el lema de “si quieres la paz, prepárate para la guerra”. En 2002 el mensaje del papa Juan Pablo II para la jornada de la paz fue “no hay paz sin justicia. No hay justicia sin perdón”. La paz es un bien común universal, es un valor y un deber. Valor porque es fruto de la justicia y la caridad y construye una verdadera y armónica convivencia social. Deber porque es responsabilidad de cada persona y de toda la humanidad, pero requiere dedicación y esfuerzo para que germine la comunión desde las diferencias, la unidad pluriforme que engendra nueva vida.
Como ha expresado hoy Pino Trejo en su reflexión cristiana por la paz, necesitamos una nueva cultura donde nuestros comportamientos, actitudes, hábitos, acciones y leyes dejen de provocar violencia y sean fruto del amor, la justicia y el desarrollo integral, donde predominen el cuidado, el diálogo, el encuentro y la solidaridad entre personas, colectivos y pueblos. Por eso como seguidores de Jesucristo nos manifestamos contra el genocidio y el exterminio del pueblo palestino y apostamos por la construcción de la paz.
Oración por la paz de san Francisco de Asís
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, que yo ponga amor.
Donde haya ofensas, que yo ponga perdón.
Donde haya discordia, que yo ponga unión.
Donde haya error, que yo ponga verdad.
Donde haya duda, que yo ponga fe.
Donde haya desesperanza, que yo ponga esperanza.
Donde haya tinieblas, que yo ponga luz.
Donde haya tristeza, que yo ponga alegría.
Haz que no busque tanto
el ser consolado como el consolar,
el ser comprendido como el comprender,
el ser amado como el amar.
Porque dando es como se recibe,
olvidándose de sí mismo es como uno se encuentra,
perdonando es como se obtiene perdón,
y muriendo es como se resucita para la vida eterna.
CANCIÓN de José Artiles
NUNCA DETENDRÁN LA PRIMAVERTA
No destrocen más la tierra de los sueños
Porque son semillas de nueva vida
Yo me arriesgo todavía con los besos
Todavía yo derrocho mi sonrisa
En mi nombre no se hará ninguna guerra
Ni lapidarán la fe de un niño
No arderá ningún hombre en la hoguera
Por más que su Dios no sea el mío
Podrán silenciarme las canciones
Podrán incendiarme los poemas
Podrán marchitar todas las flores
Nunca detendrán la primavera
En nuestro planeta nadie es extranjero
Que tu hermano nunca caiga en el olvido
Patria y bandera solo son señuelos
De los que pretenden incendiar los libros
En mi nombre no se hará ninguna guerra
Ni lapidarán la fe de un niño
No arderá ningún hombre en la hoguera.
Por más que su Dios no sea el mío.
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