16-04-2024 Martes, III semana - pascua
04/01/2023

CARTA PASTORAL CON OCASIÓN DEL FALLECIMIENTO DE BENEDICTO XVI, PAPA EMÉRITO


CARTA PASTORAL CON OCASIÓN DEL FALLECIMIENTO
DE BENEDICTO XVI, PAPA EMÉRITO

Queridos diocesanos,
Queridos hombres y mujeres de buena voluntad,


Con gran dolor y tristeza hemos recibido en la mañana del sábado 31 de diciembre, cuando nos 
estábamos preparando para finalizar este año y dar la bienvenida al nuevo, la noticia del 
fallecimiento del Papa emérito Benedicto XVI.

Un Papa que, ciertamente, ha marcado la historia con el gesto de humildad de renunciar al  
Pontificado  cuando  vio  que  no  podía cumplir  adecuadamente  su  misión  como Sucesor de Pedro, 
especialmente en los tiempos en que vivíamos.

Yo particularmente he de confesar que tenía una especial devoción y estima de él, no solo porque 
fue el Papa que me nombró Obispo incorporándome al Colegio episcopal, sino también porque su 
Magisterio, a través de sus escritos y homilías, fueron y siguen siendo de una gran riqueza para mi 
vida personal y para mi ministerio episcopal. Son muchas las citas que vienen ahora a mi mente. En 
especial, me gustaría destacar el discurso que pronunció a la Curia romana con ocasión de las 
felicitaciones de Navidad en el año 2005. En sus palabras invitaba a interpretar el Concilio 
Ecuménico Vaticano II desde la continuidad en la discontinuidad. También recuerdo su advertencia sobre las 
desastrosas consecuencias del neocapitalismo para la humanidad. Su preocupación por la ecología y 
su invitación a una ecología humana. O su referencia a la «dictadura del relativismo» en la Misa 
Pro eligendo Pontifice, una dictadura que miraba con tanta preocupación, pues a lo largo de la 
historia ha dado lugar al nacimiento de tantas ideologías absolutistas. Y así tantas y tantas 
enseñanzas que nos ha dejado en su Magisterio,  en el que ha sabido unir armónicamente  la fe y la 
razón. Ojalá que esas enseñanzas de tanta profundidad puedan ser más conocidas y apreciadas,  pues 
son de una gran riqueza.

A los sentimientos humanos de dolor y tristeza, se suma un sentimiento de alegría. La alegría de 
saber que ya ha sido llamado a la Casa del Padre, donde el Buen Dios dará a este «humilde 
trabajador de la viña del Señor» -como se autodefinió al ser elegido al Pontífice- «la corona que 
no se marchita» por haber llevado a cabo la misión que el Señor le confió de dirigir la nave de la 
Iglesia en tiempo nada fáciles y confirmar a sus hermanos en la fe.

Elevamos  nuestras férvidas  oraciones  al Dios de la misericordia  para que se digne acoger  a su 
siervo Benedicto  XVI y le haga gozar de la plenitud del Reino de los Cielos. Les invito a unirnos 
en oración, junto a toda la Iglesia, para rezar por el eterno descanso  de su alma  y también  por 
nuestro  Papa Francisco,  que el  Señor  le siga sosteniendo  en su ministerio petrino con la ayuda del Espíritu Santo.


Que al acabar este año y mirar hacia atrás surja en nosotros el deseo de alabar a Dios por este 
tiempo de gracia que nos ha concedido, y que nuestra alabanza y acción de gracias también sea por 
la bendición que Benedicto XVI ha sido para la Iglesia. Él, que durante ocho años estuvo al frente 
de la Iglesia como «siervo de los siervos de Dios»; él, que tuvo el valor de reconocer la 
conveniencia de dar el paso de renunciar para que fuera otro el que continuara la misión de 
Pontífice; él, que ha acompañado al Papa Francisco con su oración y su apoyo incondicional. .. No 
me cabe duda de que seguirá acompañando  a la Iglesia en estos momentos turbulentos  de la 
humanidad a causa de las guerras y las injusticias, del relativismo moral, del neocapitalismo 
salvaje que se va imponiendo,  al igual que otras ideologías que atentan contra la profunda verdad 
del ser humano creado por Dios... preocupaciones que Benedicto XVI siempre tuvo en el corazón.

Concluyo esta carta reiterando mi invitación a orar por el eterno descanso del Papa Emérito, 
Benedicto XVI, especialmente en las Eucaristías de este fin de semana. Que María, Madre de la 
Iglesia, interceda ante su Hijo por su siervo Benedicto XVI para que entre al banquete de su Señor 
y goce del descanso eterno.

A  todos  mis  mejores  deseos  también  de  un  bienaventurado  año  nuevo  en el que sigamos 
avanzando como Iglesia por los caminos del Señor, dando testimonio gozoso de nuestra fe y viviendo 
en el compromiso por fomentar una mayor amistad social y fraternidad humana, bajo la guía de 
nuestro Pastor, el Papa Francisco.

Que el Señor les bendiga.

 

José Mazuelos Pérez,
Obispo de Canarias

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