12-03-2025 Miércoles, I semana - cuaresma
10/02/2025

Madrid acogió el Congreso de Vocaciones


La Iglesia en España ha celebrado su Congreso de Vocaciones «¿Para quién soy?«, entre el viernes, 7 de febrero, y hasta el domingo, día 9. El Congreso se ha celebrado en el «Madrid-Arena» y se puede seguir en la página web del Congreso y en el canal de Youtube de la Conferencia Episcopal. La Asamblea Plenaria de la CEE encomendó la organización de este evento al Servicio de Pastoral Vocacional. La Conferencia Episcopal Española cierra, con este Congreso, su ciclo del Plan Pastoral que inició en 2021. En el Congreso han participado cerca de veinte personas representando a la diócesis de Canarias. 

Día primero. Inauguración, ponencia marco y vigilia de oración

A las 16.00 h. del viernes 7 de febrero comienza la acogida de participantes, que llegan de las 70 diócesis españolas con la alegría de los bautizados, de ser peregrinos, de compartir, de vivir desde el comienzo, personal y comunitariamente, los retos que plantea este Congreso: que sea un encuentro que ayude a reconocer que el Señor sigue llamando a la vida, a la fe y a la misión.

La inauguración del Congreso, a las 18.00 h., comienza con música, con la proyección del video-clip del himno del Congreso de Vocaciones, «Para quien soy yo», compuesto y cantado por Hakuna, en una acto amenizado por los periodistas Mª Angeles Fernández y Fran Otero, que invitan a una pequeña dinámica con algunas frases del himno del congreso, que interpelan al público: “Lo que todo el mundo ansía — ¿Qué ansía tu corazón?» ; “¿Para quién soy?» – ¿Qué hago aquí?” — «¿Qué haces aquí? y la frase “Tu mirada da sentido a nuestra vida” con la pregunta ¿Cómo me mira Jesús?. Los congresistas escriben sus respuestas en unos folios que alzan con las manos. La música y las canciones acompañarán también las distintas partes y reflexiones del Congreso.

Seguidamente, comienza un momento de oración guiado por un grupo de la archidiócesis de Valencia. «Somos una Asamblea de los llamados. Nos hemos preparado. la cuestión vocacional es un gran reto para nuestra Iglesia, que abre una respuesta desde el discernimiento y el acompañamiento que ofrece la Iglesia. El Señor nos sigue llamando a la vida. La vida cristiana es vocación. Toda vida es vocación. Se vive como una llamada y se ofrece como una misión particular», reflexionan.

«Queremos que este Congreso llegue a personas creyentes y no creyentes – continúan-, para que todos encontremos nuestro camino en la vida». Se escucha el Evangelio de san Marcos. Todos juntos rezan la oración del Congreso: «te respondemos con nuestro sí. Somos una Asamblea de llamados (…) «.

Saludos iniciales de bienvenida

Los saludos iniciales de acogida corren a cargo del arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo; el arzobispo de Braga, Mons. José Manuel García Cordeiro, responsable de Vocaciones y Jóvenes en el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa(CCEE); el nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, quien agradece la celebración del encuentro y transmite el mensaje que el papa Francisco envía a los participantes de este Congreso. Por último, el presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello, da la bienvenida también, cerrando este acto de recibimiento, a todos los congregados.

Cardenal Cobo: «nuestra vida tiene futuro, nuestra vida tiene sentido»

El primero en hablar, el cardenal Cobo, acoge con su saludo a todos los participantes en Madrid, con unas palabras y un deseo compartido: que nos escuchemos unos a otros durante estos días. Afirma que «lo mejor que a alguien le puede ocurrir en la vida es poder conducir su libertad a su horizonte más amplio y eso solo se hace si es capaz de formular a las preguntas fundamentales. Nada es tan obvio que no merezca ser interrogado. Nuestro tiempo presenta una grieta peligrosa y es la falta de preguntas».

«Dedicamos -continúa el arzobispo de Madrid- mucho esfuerzo a nuestra personalidad on- line, pero la falta de preguntas nos hace volar muy bajo. Navegamos en la incertidumbre y nos da mucho miedo el futuro. Ante una pandemia como la que tuvimos olvidamos las preguntas y no hacemos nada ante el miedo».

Por ello, explica que si no nos dejamos sorprender por el Dios que nos llama por nuestro nombre, seremos seres deshumanizados. Pero si cultivamos la capacidad del asombro seremos capaces de ver a Dios. «Despertad es la llamada. Despertad de la dormidera para poder hacer en el corazón las preguntas fundamentales. Para percibirnos creados y amados desde siempre. La revelación es así. La historia de un coloquio amoroso entre Dios y el hombre. Debemos apostar por la cultura del encuentro: que incorpora al otro y a los otros. La revelación es la que da sentido a nuestra vida. Hay que sentarse a escuchar y estar juntos», constata.

El cardenal Cobo explica que el divorcio de la fe en el día a día es una grieta y limita nuestra capacidad de vivir la fe en todos los aspectos de la vida. Por ello, el reto que nos propone es: integrar la fe en la vida cotidiana y así puede cumplir cada persona su misión en el mundo. «Él no nos propuso solo un ideal, Él se encarna. Nos propuso un encuentro con Él, vino a nuestro lado. «Maestro, ¿dónde vives? esta es la pregunta. Venid y veréis, la respuesta», reflexiona.

También destaca que «nuestra vida tiene futuro, nuestra vida tiene sentido porque depende de la mirada Dios. Somos convocados, Dios llama en la Asamblea que es la Iglesia. Por ello, «estar juntos nos da alas, para vivir más arraigados, haciendo uso de nuestra libertad. Nos hace caminar y aprender juntos». Así, indica que «Dios nos saca de nuestras ideas que polarizan la convivencia, que no acepta a los otros». Por ello, como toda vocación es un don y una vida, «todas las vocaciones deben ser acompañadas. La vocación es una llamada, la llamada del Maestro para seguirle. Vivimos un momento de gracia para la Iglesia. El Espíritu santo nos empuja a descubrirnos como Pueblo de Dios. Todos somos discípulos de Cristo en misión. Vocación única que nos iguala a todos. En la comunidad todos nos sentiremos valorados. Pongámonos en camino y preguntémonos «¿Para quién soy?».

A continuación, toma la palabra el Responsable de Vocaciones y Jóvenes en el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa(CCEE), Mons. José Manuel García Cordeiro, quien asegura en su saludo que «todos estamos llamados – todos somos una asamblea de llamados a la misión. De hecho, la Iglesia o es misionera o no existe. Salir, evangelizar y discipular son verbos activos para una Iglesia en misión peregrina de esperanza».

Mons. García Cordeiro da un «Sí» a la vocación misionera, sinodal y de comunión que tiene la Iglesia: «Sí, soñamos con una Iglesia en actitud permanente de oración, formación, renovación y misión; una Iglesia cada vez más atenta a todas las personas y a los signos de los tiempos. Sí, soñamos con una Iglesia que sienta, viva, comparta y se esfuerce por ayudar a resolver los innumerables problemas que afectan a las familias. Sí, soñamos con una Iglesia que se convierta en compañera de viaje de los jóvenes, atenta a sus sueños, deseos y dificultades, sabiendo que los jóvenes vienen a la Iglesia no para divertirse, sino para alimentarse desde dentro».

Ante todo ello, subraya el arzobispo, que más que saber responder a la pregunta fundamental: ¿Quién soy yo? «debemos responder con nuestra vida: ¿Para quién soy yo? ¿Para qué sirve la vida, sino para dar? ¿Qué puedo hacer por la Iglesia?».

Mensaje del papa Francisco al Congreso

Por su parte, el nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito C. Auza, muestra su alegría por la organización de este Congreso vocacional y da lectura al Mensaje con el que el papa Francisco quiere unirse a la celebración de este Congreso de Vocaciones “agradeciendo a todos los que trabajan por las vocaciones en las amadas tierras de España”. El Santo Padre pone como ejemplo la situación que se vivió con la DANA “una situación que nos interpela profundamente, y que deja al vivo la idea de «para quién soy».

 

Ponencia marco inicial

A continuación, Ana Samboal y Alfonso Alonso-Las Heras presentan a los asistentes la ponencia marco inicial, que recoge el trabajo en común anterior a este Congreso. En ella destacan que la razón de realizar este Congreso es ofrecer la certeza de que «Dios sigue amando y llamando». «La vocación es el regalo que Dios nos dona junto a la vida, que debemos descubrir y a la que hay que responder«, subrayan.

Por ello, la Iglesia quiere ayudar a fortalecer la cultura vocacional para que cada persona pueda descubrir su vocación y alcanzar la plenitud a la que ha sido llamada.

Resumen de la Ponencia marco inicial

  • La razón de este Congreso es descubrir la “certeza de que Dios sigue invitándonos a todos a una existencia plena y dichosa”.
  • La vida es vocación de todos y para todos. La vocación encuentra su sentido en un bien que se dona, en una tarea para los demás.
  • «La vocación personal posee una dimensión comunitaria: la dicha es imposible sin los otros. En una sociedad individualista este fundamento es profundamente contracultural».
  • “Existe una crisis antropológica, de comprensión de lo que somos”.
  • «En la realidad actual está en crisis la “vida entendida como vocación”, no la falta de curas y monjas. Está en crisis la vida entendida como vocación en todos los ámbitos: en el familiar, en el profesional, en la Iglesia…
  • «La vocación es el regalo que Dios nos dona junto a la vida, que debemos descubrir y a la que hay que responder».

El Congreso de Vocaciones “¿Para quien soy yo. Asamblea de llamados para la misión”, cierra el ciclo pastoral 2021-2025 de la CEE, continuando el trabajo del Congreso de Laicos de 2020 “Pueblo de Dios en salida”. Con este encuentro se quiere dar un paso más: del anuncio del Kerigma a vivir la propia vida como respuesta al mismo. La razón última de este Congreso es descubrir la “certeza de que Dios sigue invitándonos a todos a una existencia plena y dichosa”. Es mostrar la certeza de que “todos tenemos vocación”. Por ello, la Iglesia quiere ayudar a fortalecer la cultura vocacional para que cada persona pueda descubrir su vocación y alcanzar la plenitud a la que ha sido llamada.

El Congreso comenzó hace meses con el trabajo previo y este fin de semana continúa el itinerario de encuentro, formación, oración y celebración.

Diagnóstico del momento actual: una crisis antropológica

Esta ponencia inicial parte de un diagnóstico de la situación actual, donde explica el porqué de este énfasis en el tema de la vocación en los últimos años. La respuesta es que existe una crisis antropológica, “de comprensión de lo que somos”.  Esta crisis no se limita a la disminución de vocaciones de “especial consagración” sino a la falta de vidas entendidas y vividas como vocación. En todos los ámbitos: en el familiar, en el profesional, en la Iglesia… lo que está en crisis es la “vida entendida como vocación”.

Explican que esta situación tiene diferentes causas, entre las que destacan:

La exacerbada búsqueda de libertad, que quiere a toda costa generar sujetos autónomos e independientes. Una exaltación de la autonomía casi por encima de todo. Una libertad, reduciéndola a su dimensión negativa, sin límites y sin asumir responsabilidades.

-Hoy se sitúa en el centro al sujeto y la búsqueda de bienestar se convierten en el foco de toda decisión. De manera que no hay cabida al amor, centro de un paradigma vocacional. La libertad en la sociedad actual se pone por encima del amor y desemboca en valores que son opuestos a las virtudes necesarias para poder responder a la propia vocación.

-Están en crisis los elementos antropológicos esenciales para la vocación. Existe una pérdida de trascendencia. Los jóvenes viven sumergidos en un mundo lleno de información, pero carecen de las herramientas básicas para la vida, con consecuencias de vacío existencial y soledad.

Pese a este contexto, la razón de realizar este Congreso no es esta crisis actual, es la certeza de  que “Dios sigue amando y llamando”, afirman. Es ayudar a descubrir y alcanzar la vocación de cada uno y acompañar en el proceso. Por ello, la Iglesia, con este encuentro, quiere ofrecer lo que Dios “sueña para todos y cada uno, que es un camino de dicha y verdadera plenitud”.

La vocación: una llamada al ser y un don para darse a los demás

Con este planteamiento recuerdan que la vocación no se reduce a una tarea o profesión, sino que tiene que ver con el ser antes que con el hacer. La vocación se convierte “en modo de vivir y de plantearse la existencia”. La vocación constituye a la persona. La vocación es un don que se recibe del amor de Dios y nos lleva a la felicidad y plenitud de vida.

En este sentido, constatan que la vida es vocación. Esto significa que la vida ha de vivirse como un don y encuentra su sentido convirtiéndola en un bien que se dona para todos.

Además, ofrecen algunas características que ayudan a entender mejor la vocación:

  • No es una auto-realización. Dios llama y tienen la iniciativa. Los propios sentimientos no son creadores de la realidad ni de la vocación.   
  • Tiene un horizonte de sentido hacia el que dirigir la vida: marca la dirección de la vida como una brújula, más que como un GPS que indique tiempo y lugar a cada paso.
  • Es un don que ha de concretarse en una respuesta. Tiene carácter personal y dialógico: implica una relación con Dios que demanda respuesta libre y concreta.
  • Es un proceso dinámico:  es un camino continuo de actualización del «sí». La vocación no se impone. Es clave la revisión de vida, escuchar y avanzar.
  • Dimensión comunitaria, en un doble sentido eclesial y misional: toda vocación se verifica y enriquece en la Iglesia y en la misión común, en la sinodalidad. La vivencia personal es imposible sin los otros.
  • Tiene carácter de perpetuidad. La llamada vocacional nos lleva al compromiso y a perseverar en ella, incluso frente a los fracasos. Hay una continuidad inseparable entre vocación, misión y santidad.

La cultura vocacional: un desafío compartido

Ante una sociedad que prioriza el bienestar personal y la eficacia por encima del amor y el bien común, es esencial crear una cultura vocacional que ayude a cada persona a plantearse la vida como una respuesta a la llamada de Dios. Esta cultura debe impregnar todas las dimensiones de la Iglesia y sus estructuras. “Toca remar a contracorriente apostando por una cultura vocacional en todos los ámbitos”, apuntan.

El Servicio Nacional de Vocaciones, creado por la CEE en 2022, es un ejemplo de esta apuesta integral. Su objetivo es coordinar esfuerzos pastorales para generar un ambiente vocacional que anime a niños, jóvenes y adultos a descubrir su llamada personal y a responder con generosidad.  

Promover una educación cristiana, ayudar en los procesos de iniciación, una visión comunitaria de las vocaciones, destacando la complementariedad entre ellas (sacerdocio, vida consagrada, laicado, matrimonio), así como ofrecer experiencias de encuentros con el Espíritu, especialmente a través de la Palabra y el sacramento de la Reconciliación, además de fomentar el acompañamiento y el discernimiento se muestran como herramientas claves.

Conclusión: una invitación a la conversión y la esperanza

 Como conclusión, el horizonte de este Congreso es crecer en la conciencia de que la vida es don recibido y está llamada a ser don para otros. Es una una llamada a la conversión personal y comunitaria. Crear una cultura vocacional es un proceso largo, que exige superar el pesimismo y el derrotismo. Los jóvenes, lejos de ser culpables de la crisis actual, son víctimas de una cultura que los desorienta, pero también muestran una sed de sentido y una apertura a un discurso alternativo.

Este momento, por tanto, es una gran oportunidad para la evangelización y para testimoniar la belleza de una vida bien vivida, plena y en sintonía con el proyecto de Dios. El Congreso es una celebración de la riqueza de todas las vocaciones y una invitación a cada persona a descubrir para quién ha sido creada, con la certeza de que este camino es fuente de plenitud y alegría auténtica. «¿Para quien soy? nos preguntamos, con una respuesta clara en la vida cristiana: para Dios y para los demás, han concluido.

Para finalizar este primera jornada, Mons. Carlos Escribano, presidente de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida preside la Vigilia de oración a las 22.00 h.

Día segundo. Cuatro itinerarios: Palabra, Comunidad, Sujeto, Misión

La jornada ha comenzado con la celebración de la eucaristía, presidida por Mons. Jesús Pulido, obispo de Coria-Cáceres.

A continuación ha dado comiendo la sesión de la mañana con dos ponencias para todos los congresistas. En el pabellón Arena, Eloy Bueno de la Fuente, catedrático de la Facultad de Teología del Norte (Burgos), ha pronunciado la conferencia del itinerario Comunidad (descargar aquí); y en el pabellón Satélite, José Luis Albares Martín, profesor titular del Centro Universitario Cardenal Cisneros, en Alcalá de Henares (Madrid), ha pronunciado la ponencia en el itinerario Palabra (descargar aquí).

Por la tarde han intervenido María Concepción Isart Hernández, de la Universidad Católica de Valencia quien ha desarrollado el itinerario Vocación (descargar aquí); y en el pabellón Satélite ha intervenido María José Castejón Giner, del Instituto Secular Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote que ha desarrollado el itinerario Sujeto (descargar aquí).

Itinerario Palabra

En el primer itinerario del Congreso de Vocaciones, José Luis Albares parte de la constitución dogmática Dei Verbum para identificar hasta quince arquetipos de llamada en la Sagrada Escritura

Dei Verbum establece que el Concilio busca exponer la doctrina genuina sobre la divina revelación y sobre su transmisión y este enfoque, señala Albares, se puede relacionar con el pasaje de Marcos 3, 13-14, donde se narra cómo Jesús llama a sus discípulos para que estén con él y los envía a predicar. Esta conexión, prosigue, nos permite reflexionar sobre el significado de «estar con Jesús», la transmisión de la revelación y la llamada vocacional.

De esta forma, el primer objetivo de los discípulos es «estar con él» (Mc 3, 14a), no solo como una cuestión de proximidad física, sino de una relación profunda y amistosa. La Dei Verbum describe la revelación como un «diálogo amistoso» donde Dios se revela a sí mismo y se comunica con la humanidad: «Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor». La revelación, por tanto, es una invitación a una relación personal del hombre con el creador. La fe cristiana se basa en este diálogo, donde cada creyente es llamado a reconocer que «soy amado-llamado, por eso existo».

Itinerario Comunidad

Eloy Bueno de la Fuente ha señalado que hablar de comunidad en un evento sobre pastoral vocacional es «fundamental», ya que toda vocación cristiana es eclesial y la vida de la Iglesia se manifiesta como un dinamismo continuo de vocaciones. La vocación y la comunidad están intrínsecamente unidas, como lo expresa el papa Francisco: sin el «nosotros» que trasciende el «yo», la vida eclesial se fractura.

En este sentido, toda pastoral vocacional intenta salvar la distancia que las personas establecen entre la fe personal y la realidad de la comunidad eclesial. Si esto no ocurre se corre el riesgo de reducir la eclesialidad a un cumplimiento de normas o a la pertenencia a un grupo, en lugar de reconocer que la Iglesia es una realidad personal, en la que las relaciones son fundamentales.

Eloy Bueno establece que la Iglesia como ekklesía, es una comunidad de llamados, que existe gracias a la iniciativa de Dios y que, por tanto, antecede a la Iglesia y a cada creyente. Sin embargo, vocación y misión están íntimamente ligadas, pues ser cristiano implica una decisión consciente en respuesta a la gracia de Dios. Desde esta perspectiva, ha apuntado Bueno de la Fuente, el Bautismo no es solo un rito, sino el inicio de una vida que integra al individuo en la historia de amor de Dios con la humanidad.

Itinerario Misión

La ponencia correspondiente al cuarto y último itinerario del Congreso Nacional de Vocaciones 2025 ha corrido a cargo de María Consolación Isart. Ella ha comenzado su exposición destacando la pasión por evangelizar como aquello que nos apela e invita a reflexionar sobre nuestra responsabilidad como cristianos. La pregunta inicial que surge es: «¿Por qué evangelizar?» La respuesta, a su juicio, es clara: la Iglesia tiene la obligación de anunciar a Jesucristo a todos los pueblos, tal como se nos recuerda en el mandato de Jesús: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio».

Sin embargo, pese a esta rotundidad evangélica es fundamental que cada uno de nosotros reconozca su papel como misionero. Isart ha citado una encuesta reciente que reveló que un 72 % de los católicos nunca había intentado hablar de su fe, lo que la ha llevado a cuestionarse si estamos contagiados por el relativismo que nos rodea.

Itinerario Sujeto

María José Castejón Giner, del Instituto Secular Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote ha desarrollado el itinerario Sujeto. María José Calderón ha puesto de manifiesto la importancia de ir formando personas que descubren su vocación como algo que configura su identidad personal. Según ha destacado, «deseamos suscitar la pregunta “¿Para quién soy?” frente a una cultura que promueve la idea del hombre sin vocación. Por ello resulta fundamental el discernimiento, la formación y el acompañamiento.

La vocación: es un camino de encuentro y comunión ya que desde el principio ya existía la Palabra. Este principio nos invita a explorar tres dimensiones fundamentales del sujeto de toda vocación: el yo, el tú y el nosotros. Estas dimensiones nos ayudan a profundizar en nuestra identidad, nuestra relación con Jesucristo y nuestra pertenencia a la comunidad de creyentes.

Día tercero. Ponencia final y eucaristía de envío

Con el rezo de las laudes ha dado comienzo la jornada final del Congreso de Vocaciones ¿Para quién soy?

A continuación se ha presentado la ponencia final del Congreso, elaborada por un equipo compuesto por Alfonso Salgado, María Ruíz, Raúl Tinajero, Luis Manuel Suárez cfm, Juan Carlos Mateos, José María Calderón y Mons. Jesús Pulido (descárgala aquí).

A las 12.00 h. se ha celebrado la eucaristía de envío presidida por Mons. Luis Argüello, presidente de la CEE y han concelebrado los obispos, sacerdotes y religiosos junto con todos los fieles laicos.

Ponencia finalUn pueblo de Dios vocacional: De los sueños a los retos

 

Siete ideas para un pueblo de Dios vocacional: De los sueños a los retos

  • “El Congreso Vocacional es una gran fiesta del Espíritu”

  • “El pueblo santo de Dios es un pueblo vocacional y es un pueblo de soñadores”

  • “Hemos constado que toda vocación cristiana, asumida y entregada, es un mensaje de alegría para la Iglesia y para el mundo”

  • La pregunta clave para una vida cristiana es: “¿Para quién soy?,  que tiene una respuesta: para los demás.
    “Dios es el que llama y llama por amor. La misión es inundar el mundo de fe, amor y esperanza”

  • “Una pastoral vocacional debe centrarse en fomentar esta amistad y ayudar a cada persona a descubrir su lugar en la comunidad cristiana”.

  • “La Iglesia es una gran familia vocacional y cada vocación enriquece la vida”.

  • Este Congreso de Vocaciones “¿Para quién soy?” pide vivir la vocación como un fuego que transforma el mundo.

Resumen de la ponencia final del Congreso de Vocaciones

El Congreso de Vocaciones es una gran fiesta del Espíritu, un momento de encuentro para reflexionar sobre la vocación, entendida como don y llamada personal al servicio de los demás. “El pueblo santo de Dios es un pueblo vocacional y es un pueblo de soñadores. El Dios que llama y hace soñar es el Dios de la historia”, subrayan en esta ponencia final. Este evento, que ha congregado a laicos, sacerdotes, consagrados y obispos, se ha preparado y vivido para avanzar juntos y proponer algunos retos para caminar como una Iglesia misionera y vocacional.

Asimismo, constatan lo que se ha vivido estos días: “una fiesta del Espíritu porque hemos experimentado que toda vocación cristiana, asumida y entregada, es un mensaje de alegría para la Iglesia y para el mundo, un mundo que en ocasiones muestra un rostro a-vocacional o incluso anti-vocacional”.

Y recuerdan que en este Congreso la pregunta clave para una vida cristiana es: “Para quién soy?”, de la cual emerge la respuesta “tu vida para los demás”. 

1. La vocación: un don que se recibe y se entrega

Toda vocación nace en Dios y es una llamada para el bien del mundo. No es una elección personal basada en intereses propios, sino un don gratuito que se acoge con agradecimiento. La vocación debe vivirse como una respuesta al amor de Dios, alejándose de una perspectiva de conquista personal para abrazar una actitud de entrega generosa. “Dios llama por amor y su llamada envía a extender el amor. En esencia la misión no es otra cosa que inundar el mundo de fe, amor y esperanza”, manifiestan en esta ponencia final del Congreso.

Durante estos días de Congreso se han identificado tres actitudes fundamentales ante la vocación:

-Acoger el don: No es algo que se merece, sino que se recibe con humildad, como María en su respuesta al ángel: “Hágase en mí según tu palabra”.

Agradecer el don: La gratitud es clave, reconociendo la llamada como una gracia que transforma la vida, como muestra el evangelio del leproso agradecido.

Entregar el don: La vocación no se guarda, sino que se comparte, convirtiéndose en una donación plena al prójimo.

2. La vocación brota de la amistad con Jesús

La relación con Cristo es el fundamento de toda vocación cristiana. La amistad con Él no solo nos define como creyentes, sino que también transforma nuestra vida y nos impulsa a vivir en comunión con los demás.

Recuerdan, en el texto final, estas las palabras de Jesús, del Evangelio de San Juan: «Ya no os llamo siervos, sino amigos» (Jn 15,15). Esta amistad se vive especialmente en la oración, descrita por Santa Teresa de Ávila como un “tratar de amistad con quien sabemos que nos ama”. Una pastoral vocacional debe centrarse en fomentar esta amistad y ayudar a cada persona a descubrir su lugar en la comunidad cristiana.

3. La Iglesia como familia vocacional

La Iglesia es una gran familia vocacional, donde conviven diversas vocaciones: laical, sacerdotal y consagrada, cada una con su riqueza y especificidad.

Los laicos son llamados a santificar el mundo desde su vida cotidiana, viviendo el Evangelio en el ámbito familiar, laboral y social.

Los sacerdotes son servidores del pueblo de Dios, mediadores entre Dios y los hombres, llamados a anunciar el Evangelio y celebrar los sacramentos.

Los consagrados son un signo de la trascendencia de Dios, viviendo los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, y testimoniando la vida eterna.

La diversidad de estas vocaciones enriquece a la Iglesia y muestra su comunión y misión. Cada vocación contribuye a la misión común de anunciar el Reino de Dios. Todos, cada uno  según su propia vocación, hemos sido llamados por el Espíritu a la plenitud de la vida cristiana: la santidad.

4. De los sueños a los retos

Este Congreso de Vocaciones invita a pasar de los sueños a los retos concretos para promover una cultura vocacional y dar un nuevo impulso a la pastoral vocacional. Esto implica discernir los signos del Espíritu Santo en nuestra vida y comunidad, y asumir el compromiso de fomentar las vocaciones en todas sus formas.

Entre los principales retos identificados están:

  • Pedir al dueño de la mies que suscite nuevas vocaciones.

  • Reavivar la conciencia vocacional y misionera en la Iglesia.

  • Vivir gozosamente la propia vocación, agradeciendo y celebrando la diversidad vocacional.

  • Fomentar una pastoral integrada que tenga un “alma vocacional” en todas sus dimensiones: familiar, juvenil, educativa y cultural.

5. La urgencia vocacional y misionera

Por todo ello, en esta ponencia final subrayan la urgencia de promover las vocaciones y la conciencia misionera. En un contexto de crisis vocacional, el Papa Francisco nos invita a no rendirnos ni refugiarnos en el pasado, sino a lanzarnos con valentía al mar de la evangelización y la misión. La clave está en testimoniar con alegría la vocación recibida, contagiando a otros el fuego del amor de Dios.

Los participantes del Congreso se sienten llamados a ser embajadores del compromiso vocacional, llevando a sus familias, parroquias y comunidades el mensaje de la vocación como una llamada al servicio y a la misión. La vocación, lejos de ser un privilegio para unos pocos, es el núcleo de toda vida cristiana, un camino de amor, esperanza y comunión.

Finalmente, este Congreso de Vocaciones “¿Para quién soy? realiza una llamada a vivir la vocación como un fuego que transforma el mundo. Jesús, quien nos bautiza en el Espíritu Santo y en el fuego, nos envía a iluminar y calentar el mundo con su presencia. Ser una Iglesia misionera es, en esencia, ser una Iglesia vocacional. La misión de cada bautizado es transmitir este fuego y hacer de su vida un signo del amor de Dios para todos.

Eucaristía de clausura y de envío al Pueblo de Dios

«Que la alabanza llene de alegría nuestro corazón, hermanos» con estas palabras comenzaba Mons. Argüello la homilía. Una alabanza, que «nos permita levantar las manos, estrecharlas y ofrecerlas».

«Jesucristo ha muerto por nosotros, según las Escrituras. Ha entrado en la hondura del sepulcro, según las Escrituras y ha resucitado, según las Escrituras. Y así se lo ha ido comunicando a unos y a otros, a Simón, a Cefas, a sus amigos, a Pablo, a quienes nosotros aquí somos presencia de los sucesores de los apóstoles».

El presidente de la CEE, se ha dirigido a los «hermanos laicos, Pueblo santo de Dios, que venís a la eucaristía a caer en la cuenta de que este pueblo tiene la forma de un cuerpo, el cuerpo de Cristo». A la vida consagrada, «que realizáis ensayos para que este pueblo peregrino pueda seguir una senda. Nos ofrecéis ensayos de alabanza, de fraternidad, de acoger a los que están tirados en las cunetas de la historia. Peregrinando vais delante, pero vais tantas veces en medio y detrás de nosotros». A los «queridos matrimonios, iglesia doméstica, que hacéis presente el amor singularísimo que Cristo tiene a su esposa, la iglesia, a nosotros, la Iglesia, esposa de Jesucristo».

Mons. Argüello ha invitado a acoger la invitación del Señor que nos dice, «Duc in altum», «rema mar adentro» para hacer su voluntad. Con tres referencias concretas:

  • Rema mar adentro para configurarte cada día más y mejor con Jesucristo, cuerpo entregado y sangre derramada.
  • «Duc in altum», entra en lo profundo de este misterio de comunión que es la iglesia. Navega en tu lugar concreto, en tu parroquia concreta, en tu comunidad, en tu asociación, en tu diócesis. Navega la comunión. Vete mar adentro en la hondura de la comunión, de este misterio de belleza, de comunión que es la Iglesia y rema adentro.
  • Vete a la espesura de la historia, atraviesa las dificultades, anuncia el reino de Dios en tu ambiente, en tu trabajo, que las diversas redes que cada uno de nosotros tenemos, según la vocación en la que hemos sido llamados, nos permita navegar más adentro en la espesura de la historia.

Por último, ha invitado a los asistentes a la eucaristía a ofrecer una antropología de comunión como referencia de la vida cristiana: «Viviremos una presencia en la que la comunión y el encuentro superará las polarizaciones. Viviremos una presencia en el que el curar las llagas de los pobres nos curará nuestras propias heridas como Iglesia, nuestros propios pecados de los que hemos de pedir perdón».

Y ha terminado la homilía con una petición y una invocación: «acordémonos de quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde somos convocados.  Duc in altum, a lo alto, a los ancho, a lo hondo, para responder a la pregunta, ¿para quién soy yo? Ya sabemos la respuesta Para el Señor en los hermanos. Bendito y alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha convocado en esta liturgia de alabanza».

 

Más información en: CEE

¡Está usted usando un navegador desfasado!

Hemos detectado que está usando Internet Explorer en su ordenador para navegar en esta web. Internet Explorer es un antiguo navegador que no es compatible con nuestra página web y Microsoft aconseja dejar de usarlo ya que presenta diversas vulnerabilidades. Para el uso adecuado de esta web tiene que usar alguno de los navegadores seguros y que se siguen actualizando a día de hoy como por ejemplo: