Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor
Santa Iglesia Catedral Santa Ana, 2 de Junio de 2024
Excmo. Sr. Obispo Auxiliar, Sr. Dean y Cabildo Catedral; Vicarios episcopales, Queridos sacerdotes, religiosos/as, Diáconos, Seminaristas Iltmos Sres. Representantes del Excmº Ayuntamiento, y Caritas y demás Instituciones diocesanas: culturales y religiosas. hermanos todos:
Celebramos hoy la Solemnidad del Corpus Christi. El Cuerpo y la Sangre de Cristo es la presencia en la memoria de la Iglesia del amor del Padre que “tanto amó al mundo que nos dio a su propio Hijo”. Las especies eucarísticas guardan la memoria del drama del Calvario. Hace presente el sacrificio de la cruz. No añade nada a dicho sacrificio. Cuando celebramos la Eucaristía no es un mero recuerdo; no repetimos, sino que se actualiza para cada uno de nosotros.
Cada vez que celebramos, por tanto, el Misterio Pascual de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía se cumple la obra de nuestra redención; en ella se realiza la llamada a que participemos en la herencia eterna que el Padre nos ha prometido: el Don de su propio Hijo.
Dios en medio de nosotros
Pero también esta solemnidad del Corpus nos habla de la presencia de Dios entre nosotros. Como dice el himno de laudes de la Visitación de María a su prima Isabel, podemos decir que María con la Visitación celebró un Corpus, pues tras vivir el misterio de la Encarnación y saliendo de su casa al encuentro de su Prima Isabel hace presente a su Hijo en medio de los hombres.
Y la presencia de Dios tiene sus implicaciones para nuestra vida. Ya decían los Santos Padres: “dime en el Dios que crees y te diré el hombre que eres”. Pues es precisamente ese Dios encarnado el que nos habla de la dignidad de todos los seres humanos y nos obliga a los cristianos a respetar la dignidad de toda persona humana. Porque si Dios se ha hecho hombre, toda persona desde el inicio de su vida hasta su final natural, tiene la dignidad que brota de su ser creada a imagen y semejanza de Cristo.
En este día del Corpus, pidamos al Señor que ayude a nuestro mundo a abrir los ojos del corazón para poder contemplar más allá de lo que se ve con los ojos de la vista. Miremos y contemplemos el misterio de la vida en el ser humano. Respetemos la dignidad de todas las personas y pidamos a Virgen María que nos ayude a ver a su Hijo en el rostro de los que sufren y los pequeños.
Nueva Alianza.
La solemnidad del Corpus, como hemos escuchado en las lecturas, nos habla también de una Nueva Alianza. En la primera lectura se hace alusión a la alianza de Dios con el pueblo de Israel, ahora como nos dice el Nuevo Testamento, con la Sangre de Cristo queda sellada la nueva y definitiva Alianza. En el don de su vida en la Cruz, Jesús nos manifiesta el amor definitivo de Dios hacia el mundo (Jn 3,16); por medio de su Sangre, los muchos son liberados de sus pecados y de su culpa. Dios se compromete a AMAR, y se nos ofrece la posibilidad de convertirnos a Él.
En esta Nueva Alianza, Dios nos manifiesta que su amor y su fidelidad es para siempre. Como vemos en el Evangelio la fidelidad de Jesús hacia los discípulos no es de carácter puntual o momentáneo, no depende de la fidelidad de los discípulos, no está basada en la ley de dar y recibir en la misma medida. Jesús permanece fiel a sus discípulos incluso cuando estos huyen. Jesús está siempre ahí para nosotros y nos ofrece su comunión. Esto celebramos en esta solemnidad la certeza de la comunión y fidelidad de Jesús.
Es por ello que hoy es motivo de esperanza para todos aquellos que sufren heridas afectivas, para aquellos que la sociedad del bienestar los ha hecho más frágiles, para los que sufren la desestructuración de la familia o el daño generado por las malas experiencias de amistades, familiares y de pareja. Para aquellos que están en la cárcel del individualismo y del narcisismo, consecuencia inevitable de la carencia de un amor maduro y estable.
Cristo abre una ventana de esperanza en medio de nuestra cultura libertina en la que las nuevas ideologías no sólo no curan las heridas afectivas, sino que originan más desencanto y frustración.
En medio de este mundo en el que para solucionar el deseo de eternidad del ser humano se ofrecen compensaciones en forma de un placer inmediato, que finalmente termina por degenerar en una esclavitud adictiva: alcohol, drogas, pornografía, video juegos, etc., que azota a los adolescentes y jóvenes, se hace presente Dios a través de la Muerte y Resurrección de su Hijo haciendo una alianza de amor y nos muestra que solo el amor maduro nos alcanza la felicidad.
Hoy en la Custodia, Jesús, nos muestra sus llagas para que no tengamos miedo a volver a sus brazos. Nos muestra su Sagrado Corazón que late con un amor capaz de sanar nuestras heridas, con una fuerza capaz de librarnos de la cárcel del individualismo y del que brota un caudal de agua viva capaz de saciar la sed de eternidad de nuestros corazones.
Día de caritas: abrimos camino a la esperanza
Por último, hablar de nueva Alianza, Hablar de Eucaristía, es hablar de amor fraterno y es por ello que hoy podemos decir que es el día de Caritas o brazo caritativo de nuestra Iglesia Diocesana.
Es el amor de Dios el que nos mueve a abrir camino de esperanza dando respuesta a “los últimos de los últimos”, a los más pobres y vulnerables. Durante 2023 cogimos y acompañamos, desde las diferentes Cáritas parroquiales, áreas y proyectos 9.476 hogares, y a más de 29.100 personas. Personas que aun estando en un contexto social “favorable”, no terminan de despegar, todo lo contrario, acusan una pobreza más intensa y transversal.
Es el amor a las personas el que nos mueve a ser “voz de los sin voz”. Ser voz de aquellos a los que las mejoras sociales y económicas no les llega, ya que el alto coste de la vida y el coste de la vivienda los asfixia. Hablamos de tantos mayores solos que sufren la brecha digital y su pensión no les alcanza a cubrir sus necesidades básicas, de las madres con hijos a su cargo que no pueden llegar a final de mes y no encuentran una vivienda adecuada o de los migrantes irregulares que no pueden desempeñar un trabajo digno.
Es el amor a nuestra gente el que nos obliga a denunciar con Caritas que nuestra Comunidad Autónoma es la que cuenta con el salario medio neto más bajo del país, empeorando la situación de las familias, que se agrava cada vez más con problemas diversos, incluidos los de salud mental y adicciones.
Pero, ese ser voz, no nos exime de ser agradecidos también a las Administraciones Públicas por sus colaboraciones y facilidades. Como no mostrar públicamente mi gratitud a todos los que hacen posible la labor de Cáritas. Damos las gracias a cada una de las personas atendidas en Caritas por su confianza y porque sus llamadas nos despiertan de nuestros letargos egoístas. Gracias a cada una de las 1.159 personas voluntarias que dais parte de vuestra vida al compromiso creyente en los contextos de exclusión social y pobreza. También a las 128 personas trabajadoras que han puesto al servicio de Cáritas su profesionalidad y competencia, donde además de su trabajo ofrecen cercanía y amor. A las 838 personas socias y 1.567 donantes que con vuestros donativos hacéis posible la labor que Cáritas realiza como Iglesia Diocesana. Y a la comunidad cristiana y a toda la sociedad en general comprometida con la labor de atender a los más desfavorecidos. A todos os felicito y os animo a seguir trabajando y mostrando que merece la pena abrir caminos a la esperanza.
Pido al Señor, Quien se quiso quedar con nosotros en este sagrado Misterio de la Eucaristía, que nos siga ayudando a vivir la caridad, que aumente nuestra fe y siga abriendo caminos a la esperanza en nuestro mundo. Que así sea.
