19-09-2024 Jueves, XXIV semana - tiempo ordinario
10/05/2023

Homilía: San Juan de Ávila 2023


Homilía día de San Juan de Ávila

 

Instituto Superior de Teologia, Las Palmas 10 de Mayo 2023

 

Excmo. Obispo auxiliar, Excmos. Vicarios episcopales, Delegado del Clero, Hermanos Sacerdotes, religiosos, seminaristas.

Como sabéis la Iglesia reconoció a San Juan de Ávila como doctor, título que se confiere a aquellos santos y santas quienes, con su eminente doctrina, han contribuido a la profundización del conocimiento de la revelación divina, enriqueciendo el patrimonio teológico de la Iglesia y procurando a los fieles el crecimiento en la fe y en la caridad. Es decir, que además de la santidad de vida, los doctores de la Iglesia se distinguen por una particular excelencia doctrinal y pastoral.

Por otro lado, observando la vida del Apóstol de Andalucía, descubrimos que a sus enseñanzas recurrieron entre otros: san Ignacio de Loyola, san Juan de Dios, san Francisco de Borja, santo Tomás de Villanueva, san Pedro de Alcántara, san Juan de Ribera, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. Ni que decir tiene que, si hizo tanto bien a esas figuras de la Iglesia, también nos puede ayudar a nosotros  conocer su obra y sus enseñanzas. Por tanto, nada mejor que en el día de hoy, a la luz de su vida y de su obra, profundizar en nuestro ser sacerdotal.

 

Lo primero a destacar de las enseñanzas del Maestro Ávila es la afirmación de la llamada universal a la santidad para todos los bautizados, algo que tomará con fuerza el Concilio Vaticano II y que el Papa Francisco nos ha insistido en la exhortación Gaudete et Exultate, poniendo de relieve la necesidad de poner el centro de nuestra vida en Dios para no caer en la mundanidad espiritual y la necesidad de caminar en la parresía o la conversión pastoral, sabiendo que, como dice Francisco: ¡Dios no tiene miedo! ¡No tiene miedo! Él va siempre más allá de nuestros esquemas y no le teme a las periferias. Él mismo se hizo periferia (Flp 2, 6-8) (Jn 1, 14). Por eso, si nos atrevemos a llegar a las periferias, allí lo encontraremos, Él ya estará allí. Jesús nos primerea en el corazón de aquel hermano, en su carne herida, en su vida oprimida, en su alma oscurecida. Él ya está allí.

Y, para vivir esa llamada, descubrimos algunos elementos fundamentales en San Juan de Ávila: el amor a la Palabra de Dios, el amor a la evangelización, la importancia de la Eucaristía y el amor a María.

Escucha de la Palabra

Juan de Ávila conoce perfectamente esta Palabra de Dios y la predica de tal forma que une a la palabra dicha, la palabra vivida, siendo testigo en su vida de lo que dice en su palabra.

El padre Ávila predicaba la Palabra de Dios, como recomienda a sus discípulos: “Sed amigos de la Palabra de Dios, leyéndola, hablándola, obrándola”. El nuevo Doctor predicaba la Palabra de Dios, pero antes se acercaba a ella con fe, se alimentaba constantemente de ella, la estudiaba sin descanso y la repartía con fidelidad y generosidad.

Es este el requisito necesario también para el papa Francisco que hablando en la celebración de sus bodas de oro sacerdotales de la necesidad de la cercanía de Dios nos dice: “Muchas crisis sacerdotales tienen precisamente origen en una escasa vida de oración, en una falta de intimidad con el Señor, en una reducción de la vida espiritual a mera práctica religiosa. Recuerdo momentos importantes en mi vida donde esta cercanía con el Señor fue crucial para sostenerme. Sin la intimidad de la oración, de la vida espiritual, de la cercanía concreta con Dios a través de la escucha de la Palabra, de la celebración de la Eucaristía, del silencio de la adoración, de la consagración a la Virgen, del acompañamiento sapiente de un guía, del sacramento de la Reconciliación, sin estas “cercanías”, en definitiva, un sacerdote es, por así decirlo, sólo un obrero cansado que no goza de los beneficios de los amigos del Señor”.

Pues bien, una primera enseñanza para nuestra vida cristiana es profundizar en la palabra, orar con la Palabra y escuchar a Dios que nos habla a nuestra vida concreta.

La evangelización

Otro elemento importante en la vida de San Juan de Ávila es el amor a la misión, de ahí que le llamemos Apóstol de Andalucía.

Como podemos ver San Juan de Ávila nos introduce en la línea marcada por los últimos Papas que reivindican la necesidad de una pastoral de evangelización capaz de alcanzar el corazón y el espíritu del hombre de hoy. Todos los Papas desde Pablo VI en Evangelium Nuntiandi a Francisco con Evangelii Gadium lo repiten incansablemente. Benedicto XVI  lo dijo claramente a los obispos en su viaje a Portugal “Verdaderamente, los tiempos en que vivimos exigen una nueva fuerza misionera en los cristianos, llamados a formar un laicado maduro, identificado con la Iglesias, solidario con la compleja transformación del mundo. Se necesitan auténticos testigos de Jesucristo, especialmente en aquellos ambientes humanos donde el silencio de la fe es más amplio y profundo: entre los políticos, intelectuales, profesionales de los medios de comunicación, que profesan y promueven una propuesta monocultural, desdeñando la dimensión religiosa y contemplativa de la vida.

Es por tanto el anuncio del Evangelio una prioridad para nosotros.

La Eucaristía

Sobre la Eucaristía, san Juan de Ávila, no sólo enseñó la importancia de la celebración de la Eucaristía, sino que insistió mucho en la presencia real de Cristo en ella, recomendando vivamente la oración ante el Señor en la Eucaristía. De hecho, centraba en la Santa Misa toda la evangelización y la vida sacerdotal. La celebraba empleando largo tiempo, con lágrimas por sus pecados. Sobre la Eucaristía jamás le faltó materia para predicar, especialmente en la fiesta y octava del Corpus. “Trátalo bien, que es hijo de buen Padre”, dijo a un sacerdote de Montilla que celebraba con poca reverencia.

En este sentido afirmaba en su tratado a los sacerdotes: “¡Cuánto se enternece el corazón de un buen sacerdote cuando, teniendo al Hijo de Dios en sus manos, considera en cuán indignas manos está, comparándose con las manos de Nuestra Señora! Y, cierto, no se pudo hallar espuela que así aguijase e hiciese correr a un sacerdote el camino de la perfección, como ponerle en sus manos al mismo Señor de cielos y tierra que fue puesto en las manos de una doncella en la cual Dios se revió, dotándola y hermoseándola de innumerables virtudes (Tratado del sacerdocio, 21).

Por tanto, de la mano de san Juan de Ávila, somos invitados a dejarnos seducir por el Señor que permanece en medio de nosotros. Como afirmaba en uno de sus sermones “Cosa nunca oída ni vista, que hallase Dios manera cómo, subiéndose al cielo, se quedase acá su misma persona por presencia real, encerrada y abreviada debajo de unos accidentes de pan y vino”.

También hoy se nos invita a vivir la centralidad de la Eucaristía en nuestra vida. Debemos nosotros vivir la adoración y también saber enseñar a los niños en nuestras catequesis el amor a la Eucaristía y a la adoración eucarística.

“Como decía el Maestro de Santos: Mirémonos, padres, de pies a cabeza, ánima y cuerpo, y vernos hechos semejantes a la sacratísima Virgen María, que con sus palabras trajo a Dios a su vientre, y semejantes al portal de Belén y pesebre donde fue reclinado, y a la cruz donde murió, y al sepulcro donde fue sepultado. Y todas estas son cosas santas, por haberlas Cristo tocado; y de lejanas tierras van a las ver, y derraman de devoción muchas lágrimas, y mudan sus vidas movidas por la gran santidad de aquellos lugares. ¿Por qué los sacerdotes no son santos, pues es lugar donde Dios viene glorioso, inmortal, inefable, como no vino en los otros lugares? Y el sacerdote le trae con las palabras de la consagración, y no lo trajeron los otros lugares, sacando a la Virgen. Relicarios somos de Dios, casa de Dios y, a modo de decir, criadores de Dios; a los cuales nombres conviene gran santidad”. (Plática enviada al padre Francisco Gómez, S. I:, para ser predicada en el Sínodo diocesano de Córdoba del año 1563: BAC 304, Obras completas del santo maestro Juan de Ávila, 3, pp. 364-365. 370. 373. Fuente: Liturgia de las Horas, oficio de San Juan de Ávila (10 de mayo).

Devoción a María

También San Juan de Ávila es un gran promotor de la devoción a la Virgen María. No es de extrañar que a España y a Andalucía se le haya denominado la tierra de María. “Más preferiría vivir sin piel, que vivir sin devoción a la Virgen María” repetía el santo Doctor. Es de desatacar la meditación y la contemplación de María que el Maestro hace contemplando a la Virgen desde la ascensión hasta Pentecostés. Presta una especial atención a María en el cenáculo con los apóstoles en los días previos a Pentecostés, narrando con vivacidad el papel maternal de María y la fuerza de su presencia consoladora. Escribirá “estaban pues los apóstoles del Señor y los discípulos y otros buenos hombres, que serían hasta ciento y veinte, estaban en el cenáculo a una parte, y a la otra estaba la Virgen Nuestra Señora y las marías y otras santas mujeres. Estando desconsolados, dijeron “Hablemos a la Virgen pues nos la dejó como consoladora”. En definitiva, resalta la maternidad espiritual de la Virgen que es una doctrina muy común y muy socorrida en los sermones de Juan de Ávila. En ellos podemos escuchar al Maestro decirnos que  “Ella es nuestra madre, somos hijos de la Virgen y hermanos de Jesucristo. El cuidado que tuvo María de su hijo hoy lo prolonga en cada uno de los creyentes.

María es Madre de gracia, es medianera, Madre y hermana nuestra, madre de misericordia o "enfermera del hospital de la misericordia de Dios" (Sermón (60), madre de los pecadores, "universal limosnera de todas las gracias" (Sermón 71).

“Ella cuidará de cada uno de nosotros hasta que el mundo se acabe. Por eso la invitación a acudir a ella es continua en los sermones. Incluso reza un avemaría antes de empezar la predicación para que la Virgen consiga de Dios las gracias especiales de cada sermón. Y es ese tesoro el regalo que hoy nos hace el Doctor de la Iglesia, no abandonar a nuestra madre en nuestro caminar en la vida. “Entendamos muy de verdad que, con el grande amor que nos tiene, desea que vayamos donde ella está, y que para esto está muy aparejada para socorrer a cualquiera persona en cualquier tiempo y negocio en que la llamare. Riquísima es, para todos tiene” (Sermón 69).

Unámonos a san Juan de Ávila y dirijamos con él nuestra oración a Dios diciendo:

“Te bendecimos porque nos diste a tu Madre por madre; que como es la cosa más conjunta contigo en el parentesco de la carne, así lo es en el fuego de la caridad. Y como un hierro echado en el fuego está todo lleno de él, que parece el mismo fuego, así esta Virgen bendita, echada en el horno del divino amor, sale toda tan llena e él y tan semejable a él, que es tan verdadera madre del pueblo cristiano, que en comparación de ella las madres no merecen nombre de madres” (Sermón 69).

¡Está usted usando un navegador desfasado!

Hemos detectado que está usando Internet Explorer en su ordenador para navegar en esta web. Internet Explorer es un antiguo navegador que no es compatible con nuestra página web y Microsoft aconseja dejar de usarlo ya que presenta diversas vulnerabilidades. Para el uso adecuado de esta web tiene que usar alguno de los navegadores seguros y que se siguen actualizando a día de hoy como por ejemplo: