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18/06/2023

Homilía: Misa de los Sanitarios 2023


XI Domingo Tiempo Ordinario:

Misa de los Sanitarios

 

Santa Iglesia Catedral Santa Ana, 18 de junio de 2023

 

Excmo. Sr. Dean, Presidenta y miembros de Proyecto Ángel,  miembros de la pastoral de la salud, queridos representantes de la atención sanitaria, hermanos todos en el Señor:

En esta Eucaristía dominical queremos pedir de forma especial por el personal sanitario. Es una iniciativa de Proyecto Ángel en comunión con la pastoral de la salud, sensibilizar y acompañar a los profesionales sanitarios en estos momentos de tanta secularización y puesta en duda del valor de la vida humana.

En el Evangelio hemos visto como Jesús se compadece de las personas que las ve ciegas y sin pastor. Pues bien, esa mirada de Jesús la hacemos hoy bajo el prisma del mundo sanitario donde descubrimos algunos elementos que nos alertan, ya que la cultura del descarte alcanza su punto más alto en el sector sanitario. Es precisamente en el sector sanitario, donde la cultura del descarte puede mostrar “sus dolorosas consecuencias más que en otros lugares, pues cuando no se sitúa al enfermo en el centro y no se le considera en su dignidad, se generan actitudes que como podemos comprobar ya en nuestra sociedad llevan a la injusticia y a la deshumanización.

Es, precisamente, la puerta de la indignidad la que está abriendo la legislación promovida en nuestro país en los últimos años donde con el pretexto de garantizar supuestos derechos subjetivos, se distancian del deber esencial de proteger la vida humana en todas sus etapas.

Así descubrimos que en nombre del derecho se introduce, ayudados de la ceguera del neopositivismo, el derecho al aborto. Para ello reducen la persona a una determinada etapa del desarrollo del cuerpo, olvidándose que toda vida humana responde a un alguien que se encarna en un cuerpo con diferentes formas a lo largo de su vida terrena. Con el derecho al aborto se termina eliminando a un alguien único e irrepetible en nombre del desarrollo de su cuerpo.

O la cosificación de la persona humana que se quiere imponer para justificar el niño a la carta o los úteros de alquiler e incluso la tendencia a degradar al enfermo como un coche que debe ser reparado, sin respeto a los principios morales, descartando toda ayuda que no coincida con la ideología de género que se quiere imponer.

O el empeño a reducir a los médicos a simples ejecutores de la voluntad del enfermo para imponer en nombre de la libertad subjetiva la eutanasia, pero eso sí sin promocionar los cuidados paliativos donde, por ejemplo en Canarias, sólo tienen acceso a ellos el 30% de los enfermos terminales. Es por ello una vergüenza y un descaro que unos políticos que hablan de libertad y eutanasia lo hagan sin garantizar la asistencia domiciliaria y los cuidados paliativos para todos los enfermos. Bien sabemos los médicos que el 99% de los enfermos que piden la eutanasia cuando se les proporciona unos buenos cuidados paliativos dejan de pedirla.

Pues bien, esa es la mirada que hacemos, junto al Señor, a nuestro mundo, pero como hemos visto en el Evangelio, no para condenarlo. De hecho, la primera tentación que también descubrimos en algunos pasajes del Evangelio que sufren los apóstoles es reclamar al Señor que haga llover fuego sobre los que no los reciben. Pero no, no es esa la actitud del Señor, sino todo lo contrario: hay que rezar para que el Padre tenga misericordia y envíe obreros a la mies.

El Señor mira también hoy a las personas y las ve ciegas, engañadas y manipuladas por la cultura de la muerte cimentada en el deseo, el placer, el materialismo y el individualismo. Y su llamada no es sólo a la oración, sino que también le envía  un pueblo, representado por los doce. El Señor envía a personas concretas, en nuestro caso a todo el personal sanitario católico y los ha elegido para ser sal y luz en este mundo.

 Y contemplando a los doce apóstoles descubrimos que son personas como nosotros. Detrás de esos nombres descubrimos de todo. Los que les gustaban los primeros puestos, los que no dejaban de dudar, los que se ponían muy buenos y, cuando menos lo esperaba, traicionaban al Señor. Tenían como nosotros los mismos sentimientos de tirar la toalla cuando contemplaban lo que suponía seguir a Jesús. Tanto que el Señor les tuvo que decir también vosotros queréis iros. Y ellos respondían Señor a donde vamos sólo tú tienes palabras de vida eterna. Esta mirada a los apóstoles que nos propone hoy el Evangelio, nos tiene que dar fuerza para introducirnos en la fe que tan bien ha sintetizado el nuevo Arzobispo de Madrid, D. José Cobos: “Dios no elige a los capacitados, sino que capacita a los que elige”.

Sintiéndonos elegidos, el Señor nos envía como personal sanitario a poner pequeñas gotas de agua en nuestro mundo profesional para que pueda crecer el río de la humanización de la Medicina, ya que como nos decía el papa Francisco en la Jornada Mundial del Enfermo de 2022La atención al enfermo realizada con amor y competencia, trasciende los límites de la profesión y se convierte en una misión”. Por ello, animaba a médicos, enfermeros y todos los que asisten a los enfermos a ser conscientes de la dignidad y de la responsabilidad que conlleva su trabajo.

Teniendo presente esta misión me vais a permitir de la mano del Papa esbozar algunas pautas concretas.

1.- Se debe afirmar la centralidad del paciente como persona y su dignidad con sus derechos inalienables, principalmente el derecho a la vida. Los progresos de la ciencia médica y las nuevas tecnologías no deben hacer olvidar la singularidad de cada persona enferma, con su dignidad y fragilidades. El enfermo es siempre más importante que su enfermedad, y cada enfoque terapéutico no puede prescindir de escuchar al paciente. Cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar.

2.- La defensa de la dimensión personal del paciente es esencial para la humanización de la Medicina. El Papa Francisco en Mayo de 2018, ante Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos (Fiamc) afirmaba: “No podemos permitir que el ejercicio de la medicina se reduzca a la de un simple ejecutor de la voluntad del paciente o las necesidades del sistema de salud en el que trabaja”.

3.- Hay que reivindicar la objeción de conciencia. El Papa también ante el Fiamc nos invita, con todas las personas e instituciones que comparten el amor por la vida, a intervenir en los debates nacionales de legislación sobre la interrupción del embarazo, el final de la vida y genética, y para reclamar la objeción de conciencia. 

4.- Hay que hacerse cercano a los que sufren. Francisco nos recuerda en diferentes Jornadas del Enfermo la importancia de estar cerca de los que sufren, ofreciéndoles escucha, amor y acogida. Para ello debemos aprender a ver, en el dolor de nuestro hermano, una señal de precedencia, que en lo más profundo de nuestro corazón nos obliga a detenernos y no nos permite ir más allá. Estamos llamados a responder sobre todo a las demandas sanitarias de los más pobres, de los excluidos y de quienes, por razones económicas o culturales, ven desatendidas sus necesidades.

5.- Reconocer el servicio indispensable que realiza la pastoral de la salud. Es necesario reivindicar el derecho de todos los enfermos a ser acompañado espiritualmente. De hecho, el Papa Francisco afirma en la Jornada del Eenfermo de 2022 que la falta de atención espiritual es “la peor discriminación que sufren los pobres y enfermos. No podemos dejar de ofrecerles la cercanía de Dios, su bendición, su palabra, la celebración de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento en la fe”. Lejos de ser una tarea de algunos ministros dedicados a ello, es una labor de todos, pues el ministerio de la consolación es responsabilidad de todo bautizado.

Pidamos a nuestra Madre la Virgen del Pino que nos ayude a construir una civilización del amor y de la vida y pidámosle que ayude a todo el personal sanitario a construir caminos que humanicen la medicina. Que así sea.

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