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12/10/2023

Homilía: Fiesta de la Virgen del Pilar


Homilía en la Fiesta de la Virgen del Pilar

 

Santa Iglesia Catedral, 12 de Octubre de 2023

 

Dignísimas autoridades civiles, judiciales y militares aquí presentes: Sr. Delegado del Gobierno, Mandos del Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, que festeja hoy a su Patrona Ntra Sra del Pilar; Miembros de la Corporación Municipal; Sres miembros de Instituciones Locales; familiares de la Guardia Civil; hermanos y amigos todos en el Señor:

Saludo con afecto a todos los miembros del Cuerpo de la Guardia Civil y a sus familias en este día de la Virgen del Pilar; ella es desde 1913, por propio deseo del Cuerpo, patrona, protectora y guía de la Guardia Civil. Ella ha sido la preciosa presencia en cada casa cuartel, la que ha acompañado a los agentes en su difícil misión y la que ha mantenido el espíritu de familia en aquellos que decidieron servir a España bajo el lema “Todo por la Patria”.

Quiero mostraros mi alegría al poder acompañaros en esta Catedral y ofrecer con vosotros una sentida y entrañable oración a la excelsa Madre Dios y Madre nuestra, la Virgen, bajo la advocación del Pilar. A ella dirigimos nuestra mirada para que siga protegiendo con su amor maternal a este benemérito Cuerpo que, junto con la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, sois los llamados “centinelas de la paz” en palabras de san Juan Pablo II.

Hoy, día de la Fiesta Nacional y de la Hispanidad, quiero que miremos a la Virgen del Pilar. Dice su himno, ese himno que se cantará hoy por todas partes de España: “Virgen Santa, Madre mía, luz hermosa, claro día, que la tierra aragonesa te dignaste visitar”.

Como vemos recoge esa entrañable tradición que nos dice que la Virgen María estuvo en carne mortal en Zaragoza, llamada entonces, César Augusta, consolando al Apóstol y alentándolo en su labor evangelizadora. Por allí peregrinaba Santiago anunciando la Buena Nueva de Jesús, el Hijo de Dios. Anunciaba esa Buena Nueva que siempre ha sido dura, difícil de aceptar porque de ella brota un estilo de conducta exigente.

Hoy también se encuentran resistencias al mensaje de Jesucristo. Nuestra cultura está dominada por el individualismo, la comodidad, la búsqueda desaforada del placer, de la riqueza y del poder. Las nuevas generaciones están acostumbradas a conseguir lo que desean con una facilidad pasmosa y, muchas veces, sin renuncia ni sacrificio alguno. Esta mentalidad conlleva un antropocentrismo y un rechazo a Dios que es percibido como alguien que exige renuncia y sacrificio. Y resulta complicado para los padres y educadores cristianos transmitir la fe que ellos recibieron y acogieron con generosidad como un gran tesoro para sus vidas. Pues bien, ante esa realidad, la Virgen del Pilar, nos dice hoy -como a Santiago Apóstol entonces- que no tengamos miedo de anunciar la Buena Nueva del Evangelio. Que abramos de par en par las puertas de nuestro corazón a Cristo que es Camino, Verdad y Vida para los hombres de todos los tiempos. Y nos dice también que no nos desanimemos ante las resistencias a aceptar el mensaje de su Hijo Jesús. Nuestra tenacidad, nuestra valentía, nuestra coherencia de vida y nuestra confianza en el Señor darán su fruto. No nos avergoncemos de ser cristianos, en privado o en público, en nuestra familia o en nuestra profesión. La fe cristiana no es algo del pasado, sino tremendamente actual, porque Cristo Jesús vive, y da la vida porque ha resucitado y es Él el verdadero médico que puede curar las heridas del corazón y saciar el deseo de eternidad que toda persona humana tiene en lo profundo de su ser. 

Nuestra fe no es algo pasado de moda, como nos quieren hacer ver los enemigos de la religión, sino que potencia los valores básicos en los que se funda la Benemérita y que se resumen en el lema de la Guardia Civil: “el honor es mi divisa” (Duque de Ahumada, Cartilla del Guardia Civil [1845], art. 1) que se muestra en el Amor a la Patria, servicio al prójimo, espíritu decente, fortaleza en las dificultades, fidelidad inquebrantable y lealtad al Cuerpo. Estas actitudes esenciales tienen una resonancia evangélica que no debemos olvidar. Por tanto, querer silenciar esta beneficiosa tradición cultural y religiosa en el seno de la Guardia Civil, es ignorar sus orígenes y violentar la libertad religiosa, como derecho fundamental del guardia civil creyente.

Por otra parte, quiero también destacar en este día el cariño y la veneración que la Guardia Civil siempre ha tenido a la Virgen del Pilar. Tengo grabadas en mi memoria las imágenes de la Virgen del Pilar en los cuarteles de la Guardia Civil que he visitado. Muchos de vosotros antes de salir del cuartel dirigís una mirada de ternura y devoción hacia Ella. Ésa es vuestra oración. Tantas veces habéis escuchado las letras del himno: Este pueblo que te adora, de tu amor, favor implora y te aclama y te bendice abrazado a tu pilar.

El Pilar, esa columna sobre la que se aparece y es representada la Virgen, es símbolo del conducto que une el cielo y la tierra; es el signo de la acción de Dios en la historia y de lo que el hombre puede cuando da cabida a Dios en su vida. El Pilar es el soporte de lo sagrado, de la vida y del mundo, el lugar donde la tierra se une con el cielo, el eje a cuyo alrededor ha de girar la vida cotidiana, si quiere ser verdaderamente humana.

Abrazar el pilar es lo que tantas veces hacéis antes de una misión sabiendo que María es Pilar de fortaleza. Fortaleza y entereza para afrontar las adversidades con las que todo guardia civil se tiene que encontrar no sólo en su vida particular, sino en el ejercicio de su trabajo. Y es por ello una gracia contar con esta Madre llena de Virtudes, que permaneció firme cuando todos huyeron y demostró su valentía estando a los pies de la cruz cuando todo parecía perdido. Y es por eso que nos dirigimos a Ella cada día para pedirle fortaleza y valentía para poder realizar bien nuestro trabajo, que tantas veces supone exponer nuestra vida por la patria y por el servicio al bien común.

Abrazar el pilar es descubrir que María es la roca para refugiarse ante el mal de los caminos. Una de las características de la Guardia Civil es que en su caminar tiene que hacer frente multitud de veces al mal y para ello nada mejor que contar con la ayuda de María, Reina del cielo, que es nuestro baluarte, nuestro escudo, nuestro castillo frente a las adversidades de esta vida terrenal. A Ella le suplicamos y le decimos defiéndenos y ampáranos bajo tu manto.

Por tanto, hermanos me uno hoy a vosotros, Cuerpo de la Guardia Civil y especialmente a vuestras familias, vuestras madres y padres, esposas e hijos para rezarle a la Virgen por todos vosotros y pedirle que siempre estéis dispuestos a dejaros mirar por Ella y por su Hijo, el Señor Jesús que es esa la verdadera oración. No olvidéis que la mirada de la Madre es siempre mirada de amor y de compasión hacia nosotros, sus hijos. No dejéis de mirar a la Virgen y de tenerla bien dentro de vuestros corazones, de vuestras casas, de vuestros cuarteles. Ella siempre sabe poner dulzura y paz en el corazón de quien se acerca con humildad y confianza.

Finalmente, el Evangelio que ha sido proclamado recogía el grito de la gente ante Jesucristo, el Hijo de Dios: “Bendito sea el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”. Sí, bendita seas tú, Madre de España. Bendita seas por tu bondad y tu humildad; por tu docilidad y tu entrega; por tu fe, tu esperanza y tu caridad. A ti, Virgen del Pilar, te decimos con la confianza de hijos: ruega por nosotros, ruega por la Benemérita Guardia Civil y por sus familiares, ruega por la paz de España y por la paz del mundo.

Guía y protege a todos los miembros del Cuerpo en el desarrollo de su trabajo al servicio de la sociedad y del bien común de España. Un trabajo que no siempre es bien comprendido ni suficientemente valorado pero un trabajo que es siempre necesario para la libertad, la seguridad y la convivencia en nuestra sociedad.

Antes de terminar, en estos momentos difíciles que atravesamos con la crisis migratoria, quiero expresar mi gratitud y mi reconocimiento especial al servicio Marítimo de la Guardia Civil por vuestra humanidad y entrega con los pobres migrantes que encuentran en vosotros auténticos ángeles de la guarda. A Dios ruego también por todos vuestros compañeros y familiares fallecidos en acto de servicio, así como por todas sus familias.

Pidamos a María, bajo la advocación del Pilar, que nos ayude a todos a estar firmes en la fe a pesar de las dificultades que encontremos. Que nos sintamos y mostremos confiados en la esperanza en la persona de Cristo y en su mensaje, y esperemos la Vida eterna que Él nos promete si vivimos de acuerdo con lo que Él nos pide. Que seamos constantes en la vivencia del amor a Dios y a los hermanos en todo momento como ella lo fue. Que Santa María del Pilar nos acompañe con su amor maternal y nos proteja siempre. Amén

 

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