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24/07/2022

Homilía: San Bartolomé de Tirajana, misa a través de TVE


Homilía Domingo XVII Tiempo Ordinario

Parroquia de San Bartolomé (S. Bartolomé de Tirajana)

Domingo 24 de Julio de 2022

 

Sr. Vicario, Sr. Cura Párroco, un saludo especial a D. Juan Francisco sacerdote de Madrid hijo del pueblo, miembros de la Corporación Municipal, Feligreses de Santa Lucía y de Tunte, queridos hermanos todos en el Señor y especialmente aquellos que seguís esta retransmisión por TVE. Un saludo especial a los enfermos.

Hemos querido celebrar esta Eucaristía en esta histórica parroquia de Tunte a las puertas de la celebración de Santiago apóstol y en el marco de este domingo en el que se celebra la segunda jornada mundial de los ancianos.

Este templo tiene una historia muy vinculada al apóstol Santiago, donde también en este año, gracias a la prolongación del año jubilar, podemos ganar el Jubileo. Como sabéis por la historia, la vinculación de esta tierra con el Apóstol Santiago es fruto de la suerte que corrieron unos marineros gallegos que navegaban bajo la tormenta al sur de Gran Canaria. Temerosos de sus vidas, por la gravedad de la situación, se encomendaron al santo de su tierra natal, Santiago, y le prometieron construirle en su honor una ermita en lo más alto de la tierra vista.

La tormenta cesa y aparece ante ellos las altas montañas de Tirajana. Decididos a cumplir su promesa, desembarcan en Arguineguín y cargan a hombros la imagen del Apóstol Santiago rumbo a las cumbres. La dureza del camino entre barrancos y laderas no impedirá la construcción de la Ermita de Santiago, donde estuvo la imagen hasta que en 1850 se le traslada, por orden del obispo, a la iglesia de San Bartolomé de Tirajana, Tunte. Desde entonces se realiza el camino de Santiago desde Maspalomas a Tunte para terminar en Gáldar. Pero es en nuestra época cuando se formaliza el jacobeo canario por una Bula de San Pablo VI en 1965. Bula que es renovada “in perpetuum” por San Juan Pablo II el 24 de junio de 1992.

Por todo ello, hablar de Santiago en Tunte nos evoca una historia de fe. La mirada a este templo de San Bartolomé nos hace presente la esperanza de tantos fieles ante momentos difíciles. Sus piedras nos hablan de tantas oraciones y de tantas penas y alegrías en ellas contenidas. Por eso, en esta Eucaristía, damos gracias a Dios por la vida de fe que representa esta parroquia y le pedimos que siga bendiciendo esta Iglesia de Tunte. Pediremos al Señor para que en esta parroquia y en nuestra Diócesis se multipliquen y consoliden nuevos testimonios de santidad, que afronten la misión de anunciar la Buena Noticia del Evangelio a todos los pueblos y siga siendo, como ha demostrado en la pandemia y en la crisis de la migración que padecemos, un centro de caridad, solidaridad y apoyo a los más necesitados.

Con respecto a la Jornada mundial de los mayores se nos invita a comenzar, como dice el Papa Francisco, la revolución de la ternura. Y precisamente los muros de este templo nos animan a ello. Han sido muchas las dificultades que han soportado estas piedras, muchos los sufrimientos que han padecido los fieles de esta parroquia a través de los siglos, pero, como bien señalan estas paredes, no han faltados jóvenes y ancianos, mujeres y hombres, niños y adultos, que se han fiado de Dios, que han sido conscientes de sus debilidades, que también como Santiago y Juan a lo largo de sus vidas se dejaron seducir por el mundo del tener y del poder. Pero sobre todo se dejaron seducir por Jesús. Ellos son un testimonio para nosotros y a la vez una fuerza para la revolución de la ternura que tanto necesita nuestro mundo.

Para dicha revolución lo primero a tener claro es que las personas mayores son una parte activa del pueblo de Dios y una parte considerable del laicado católico. Como afirma el Papa:

«La ancianidad no es un tiempo inútil en el que nos hacemos a un lado, abandonando los remos en la barca, sino que es una estación para seguir dando frutos. Hay una nueva misión que nos espera y nos invita a dirigir la mirada hacia el futuro. La sensibilidad especial de nosotros ancianos, de la edad anciana por las atenciones, los pensamientos y los afectos que nos hacen más humanos, debería volver a ser una vocación para muchos. Y será una elección de amor de los ancianos hacia las nuevas generaciones».

Es por eso que la Jornada mundial de los abuelos y de los mayores es una ocasión para decir una vez más, con alegría, que la Iglesia quiere festejar y renovar con sus mayores su papel importantísimo en la misión que tiene encomendada y que el Papa sintetiza afirmando:

«Queridas abuelas y queridos abuelos, queridas ancianas y queridos ancianos, en este mundo nuestro estamos llamados a ser artífices de la revolución de la ternura. Hagámoslo, aprendiendo a utilizar cada vez más y mejor el instrumento más valioso que tenemos, y que es el más apropiado para nuestra edad: el de la oración».

Y precisamente de oración es de lo que nos hablan las lecturas. Existen muchos modos de orar, es decir, muchas formas de relacionarnos con Dios. Dependiendo de las circunstancias por las que estemos pasando, podemos relacionarnos con Dios de muy diversas formas. Podemos darle gracias, como acabamos de hacer al proclamar el salmo 137, o podemos pedirle perdón. Pero el modo más común es la oración de petición, porque en nuestra vida cotidiana experimentamos diversas situaciones de impotencia y espontáneamente le pedimos a Dios que nos ayude. Por eso, cuando Jesús enseñó a orar a sus discípulos, lo hizo por medio del Padrenuestro, una oración de petición que abarca toda la realidad humana, cuyas tres principales dimensiones son la espiritual ‒debido a que somos templo del Espíritu Santo‒, la material ‒ya que tenemos un cuerpo‒ y la social ‒pues nos relacionamos con otras personas.

Esas tres dimensiones son cruciales en nuestra vida, ya que las tres nos generan situaciones de impotencia y, a su vez, pueden proporcionarnos mucha felicidad, sobre todo la espiritual. Eso lo sabía Jesús y por eso nos ha dejado la oración del Padrenuestro, no como una especie de fórmula que resuelve mágicamente nuestros problemas, sino como una guía para meditar cómo nos va en la vida cotidiana y así pedir a Dios que nos ayude para superar nuestros problemas y ser realmente felices. Y sobre todo poder descansar en la paternidad de Dios.

Al mismo tiempo el evangelio nos invita y nos enseña que la oración debe ser realizada desde la humildad, con confianza y perseverancia. Por tanto, queridos hermanos no olvidemos la fuerza de la oración y de la mano de Jesús, siguiendo las huellas de Santiago y de San Bartolomé no nos cansemos, como afirma el documento de la Conferencia Episcopal La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones, de iluminar a esta sociedad del descarte, poniendo en valor la vejez como depósito de sabiduría y experiencia que ayuda a los más jóvenes a caminar en el camino correcto. Igualmente abramos caminos de dialogo intergeneracional que nos ayude a todos a construir un mundo más justo, tierno y humano. Que la Santísima Virgen del Pino nos ayude a ello. Que así sea.

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