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12/10/2022

Homilía: Fiesta de la Virgen del Pilar


Homilía Fiesta de la Virgen del Pilar

Catedral de Santa Ana

Las Palmas de Gran Canaria, 12 de Octubre de 2022

 

Dignísimas autoridades civiles, judiciales y militares aquí presentes: Sr. Delegado del Gobierno, Mandos del Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, que festeja hoy a su Patrona Ntra. Sra. del Pilar; Miembros de la Corporación Municipal;  Sres. miembros de Instituciones Locales;  familiares de la Guardia Civil; hermanos y amigos todos en el Señor:

Saludo con afecto a todos los miembros del Cuerpo de la Guardia Civil y a sus familias en el día de la Virgen del Pilar; ella es desde 1913, por propio deseo del Cuerpo, patrona, protectora y guía de la Guardia Civil. Ella ha sido la preciosa presencia en cada casa cuartel, la que ha acompañado a los agentes en su difícil misión y la que ha mantenido el espíritu de familia en aquellos que decidieron servir a España bajo el lema -“Todo por la patria”-.

Podemos decir que hay tres razones que enmarcan esta festividad religiosa. En primer lugar, el 12 de octubre es para nosotros una fiesta mariana muy querida en torno a nuestra Señora del Pilar. Y es a lo primero que nos llama la Iglesia, a meditar el misterio de la Madre de Dios.

 Hemos escuchado en el Evangelio, cómo una mujer sencilla le echó un piropo nada menos que a Jesús: “dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron” (Lc 11, 27). Es el piropo a la buena madre que debe llenar de gozo agradecido a un buen hijo. Y, sin embargo, Jesús modificó tal exclamación. No porque quisiera poner gravedad ante un elogio que prorrumpió aquella mujer sencilla. Sino, más bien, porque Jesús quiso situar en su justa medida la alabanza, el piropo que en Él hacían a su madre. “Más bien dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11, 28). María quedó para siempre marcada por aquella palabra que se le invitó a escuchar cuando el ángel le anunció que podría ser madre del Mesías. Su reparo “¿cómo será esto si yo no conozco varón?”, no era la sospecha del escéptico, sino la petición de ayuda de quien se encuentra desbordado ante una palabra demasiado grande. Lo imposible para ti, es posible para Dios, fue la respuesta de ayuda que ella recibió. Y su reacción no se dejó ya escapar jamás: que esa Palabra se haga carne de mi carne.

María representa lo mejor de nuestra historia cristiana y es una ayuda para todos cuando se nos presentan acontecimientos y momentos imposibles. Ella nos dice que Dios es más, que tiene recursos, que nos sabe amar y que es el único que no juega con nuestra felicidad, trocando de este modo nuestro llanto en danza, quitándonos los lutos para revestirnos de la mejor algazara de una fiesta sin par.

Es esta experiencia la que tuvo Santiago. Como sabéis, cuenta la tradición que el apóstol llegó hasta el Finisterre de entonces, nuestro suelo patrio, para anunciar el Evangelio. No le debió ir del todo bien y, desfondado, se sentó a la orilla del río Ebro, en la Zaragoza de entonces, con un gesto de cansancio fatal. Santa María se hizo presente en el corazón abatido de Santiago, y el que fuera llamado el hijo del Trueno quedaría fulminado, no por la cerrazón y dureza de sus oyentes, sino por la ternura acogedora de aquella mujer que fue constituida en madre de todos al pie de la cruz. Por ese saber escuchar las palabras de Dios y vivirlas, por eso María es bienaventurada.

En segundo lugar, en un día como hoy rememoramos lo que hace más de cinco siglos sucedió como un gran acontecimiento de la historia universal con el descubrimiento de América. Descubrir un mundo nuevo, nuevas gentes, nuevas tierras, encerraba junto a la aventura descubridora de marinos audaces una serie de intereses económicos, políticos y militares. Pero semejante hazaña, llevada a cabo por aquellos hombres con sus luces y sus sombras, sus gracias y pecados, tenía también otro objetivo. No sólo llevaban ambiciones comerciales, no sólo portaban lanzas y arcabuces, llevaban también el evangelio, la cruz del Resucitado y un mensaje salvador que anunciar y compartir. Así se ha hecho el reconocimiento de estos pueblos hispanos, hermanos nuestros, con los que tenemos en común la lengua, el afecto mutuo y la fe. Solo en la América hispana se dio el sano y respetuoso mestizaje que ha hecho nacer una cultura común fruto de aquel encuentro. Ese descubrimiento nos lleva a dar gracias a Dios por la escuela de Salamanca y por la catolicidad de la Reina Isabel que supo defender la dignidad de la persona ante aquellos que querían poner en duda la dignidad de los indios. Hoy por desgracia también deberíamos escuchar a Domingo de Victoria y proclamar la dignidad de todo ser humano desde su inicio hasta el final de su vida. Hoy, algunos, reinterpretando la historia ideológicamente, ponen en duda de forma populista lo que es bueno del descubrimiento pues solo les pedimos que miren otras zonas del continente americano donde solo podemos decir que fueron exterminadas o quedaron como reservas indias para mostrar a los curiosos turistas o para los extras de las películas por filmar. Pues bien hoy es un día para dar gracias a Dios por nuestra historia común con los pueblos iberoamericanos. No olvidemos que el mundo nuevo que nacía con aquel descubrimiento de un continente desconocido, supondrá un viraje importante en la historia de occidente del que somos deudores en todo el universo mundo.

Finalmente, esta fiesta mariana e hispana, tiene también un epílogo que no es menor, al ser la Pilarica la Patrona de una de las instituciones más queridas en España: la Guardia Civil. No en vano la Benemérita ha hecho suya esta fiesta tan entrañable. Por eso con la advocación del Pilar damos gracias a la Guardia Civil por lo mucho y bueno que hacen desde su particular aportación en beneficio de la paz, de la unidad y de la justicia, a favor de la seguridad y como salvaguarda de los momentos de riesgo en carreteras, en montañas y en el mar. No hay situación en donde nuestra vida pueda correr un cierto peligro mientras deambulamos, donde la Guardia Civil no esté como compañía amiga a nuestro lado. Son muchos los guardias que de forma callada y abnegada trabajan al servicio de la comunidad. Y está pagando el alto precio de la propia vida en la lucha contra la delincuencia organizada, en la batalla contra el terrorismo de cualquier signo e intensidad. Por eso nuestro más sentido gracias, lleno de reconocimiento y de afecto a todos nuestros queridos guardias civiles.

Al mismo tiempo encomendamos a todo el cuerpo y a sus familiares a la Santísima Virgen del Pilar para que, cuando al igual que Santiago estén sentado en el río Ebro sin esperanza, asustados, cuestionando su vida, encuentre en María esa madre que ilumina la oscuridad de la vida y llena el corazón de esperanza.

Tendremos un recuerdo especial en esta santa Misa por los difuntos del Cuerpo de la Guardia Civil y sus familiares, particularmente los que han fallecido en acto de servicio.

Termino pidiendo a la Virgen del Pilar como Patrona de la Hispanidad, que vele por la sensatez ponderada de quienes tienen responsabilidades públicas ante la unidad de un pueblo que ha convivido durante más de cinco siglos.

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