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15/07/2021

Pregón: Peregrinar a Gáldar por la vía Láctea


Peregrinar a Gáldar por la vía Láctea

 

Pregón pronunciado en la festividad de Santiago Apóstol Gáldar  2021)

Ilmo. Señor Alcalde, Sr. Cura Párroco, (Sr. Concejal de Cultura), Corporación Municipal, Autoridades, Amigos de Gáldar y demás seguidores de las fiestas patronales en honor del Apóstol Santiago que es guía, protector e intercesor de esta parroquia y de esta ciudad. Señoras y Señores: Buenas noches a todos.

Teniendo presente que es de bien nacido ser agradecido, voy a comenzar dando las gracias a la Corporación encabezada por su alcalde, D. Teodoro Sosa, por concederme el honor de ser el pregonero de las fiestas patronales de Santiago de los Caballeros de Gáldar. Tengo también que darle las gracias, pero sobre todo felicitar al pueblo de Gáldar por su demostrada devoción a Santiago Apóstol, devoción que cautivó mi corazón, como obispo y como persona que empieza a conocer el pueblo canario, el pasado día 1 de Enero con la apertura de la Puerta Santa. Ese primero de Enero que tuve mis dudas, lo confieso, de delegar en el Vicario General, hoy puedo dar gracias a Dios de no haberlo hecho, pues tuve el gozo de encontrarme con un pueblo que desafiaba la pandemia con orden. A un pueblo que tenía claras sus raíces y que en la medida de lo posible iba a seguir fortaleciéndolas. Un pueblo que me enseñó que querer a Santiago implica fortaleza y valentía para desafiar con esperanza y alegría los acontecimientos de la vida.

Por otra parte quiero señalar lo especial de este Año Jubilar que coincide, además, con dos acontecimientos eclesiales de especial importancia: el “Año de la Familia” convocado por el Papa el pasado 19 de marzo para celebrar los 5 años de publicación de la exhortación apostólica “Amoris Laetitia” sobre la belleza y la alegría del amor familiar. Y El Año de San José cuando se cumplen 150 años desde que fuera declarado patrono de la Iglesia Universal,[1]

Esta confluencia de celebraciones eclesiales, cuyos valores propone y comparte la Iglesia con el resto de la sociedad, invitan en este Año Santo Jacobeo 2021, a vivir un período de gracia, conversión, escucha de la Palabra de Dios y testimonio de fe cristiana, es un tiempo de reconciliación con Dios y con el prójimo.

A la hora de plantear el pregón, he tenido presente que estamos ante el noveno año jubilar que se celebra en este municipio tras la concesión de este privilegio por bula de San Pablo VI en 1965. Es verdad que hay quien insiste que lo hizo antes Inocencio XI en 1667, aunque por no solicitar la renovación hubo que esperar a San Juan Pablo II que en 1992 otorga in perpetuum las gracias jubilares, confirmando así su patronazgo oceánico.

Al principio, pensé que en este pregón podría hablaros de las profundidades de vuestra historia, de las crónicas que sitúan, antes de terminada la conquista de Gran Canaria, la devoción de Gáldar al apóstol Santiago, y la razón por la que ya, desde el comienzo del siglo XVI, se conociera a esta Ciudad como “Villa de Santiago de los Caballeros de Agáldar”.

Podría hablaros de vuestras virtudes y defectos, pero no creo ser nadie apropiado para hacerlo y además, ello no sería ni verdad ni mentira en su globalidad, ya que es imposible hacerlo desde la lejanía y el desconocimiento; hay que venir a Gáldar a convivir con vosotros y entonces podría uno atreverse a esos menesteres. Así que el noveno año jubilar que celebra este municipio, el primero que celebro como Obispo de esta Diócesis de Canarias y siendo un Jacobeo histórico porque, debido a la pandemia, el Papa Francisco lo ha ampliado hasta 2022, me he decidido a reflexionar con vosotros sobre vuestro templo, sobre la figura del apóstol y la clave del año jacobeo: la peregrinación.

El Templo

Un elemento que brilla con fuerza en Galdar es el templo de Santiago escondido detrás de cuatro enormes araucarias, cada una guardando un rincón de la plaza que hay que atravesar para llegar a la Puerta Santa. Destacan sus dos torres gemelas limitando la imponente fachada neoclásica. Aun resuenan, al contemplarlo, las palabras del capitán Quesada “Hagamos el templo aunque tengamos que mendigar el pan”. Y se hizo para sustituir la primitiva iglesia de muros de piedra y techo de palmas fundada en 1486 por los caballeros en honor del santo patrón Santiago, primera advocación jacobea allende los mares y abrazo de la devoción jacobea con las rutas de los guanartemes aborígenes.

La llegada a esas columnas cilíndricas que calzan la puerta abierta al perdón nos evoca con fuerza la capacidad de tantos hombres y mujeres que han sabido encarnar su fe en su vida y en su cultura, haciendo de su Iglesia de Santiago un referente único.

Han sido muchas las dificultades que han soportado estas piedras, muchos los sufrimientos que han padecido los fieles de esta parroquia a través de los siglos, pero como bien señalan estas paredes no han faltado jóvenes y ancianos, mujeres y hombres, niños y adultos que se han fiado de Dios, que han sido conscientes de sus debilidades, que también como Santiago y Juan, a lo largo de sus vidas, fueron tentados por el mundo del tener y del poder.

Pero sobre todo, se dejaron seducir por Jesús y siendo conscientes de sus debilidades acudieron a este templo a alimentarse con el pan de la Eucaristía, recibieron la fuerza del perdón y la misericordia de Dios a través del Bautismo y la Penitencia, oyeron su Palabra y afrontaron con fuerza sus vidas. En definitiva, ellos son un testimonio para nosotros y a la vez una fuerza para la Nueva Evangelización que tanto necesita nuestro mundo.

Podemos decir que la mirada al templo de Santiago nos hace presente las raíces del árbol de la fe. Sus piedras nos hablan de la esperanza de tantos fieles ante momentos difíciles. Nos hablan de tantas oraciones y de tantas penas y alegrías en ellos contenidos. Este edificio ha sido, durante siglos, una escuela donde se ha enseñado el mandamiento nuevo del amor;  una casa  donde la Iglesia se ha reunido para fortalecer su fe y para afrontar la misión de anunciar la Buena Noticia del Evangelio a todos los pueblos; y el centro que ha aglutinado el corazón de nuestro pueblo en forma de solidaridad entre las familias, apoyo a los más necesitados; y hermandad y buena vecindad tanto a la hora de la fiesta y la alegría, como la del dolor amorosamente compartido y acompañado.

Así que ánimo, queridos jóvenes. Vosotros -como dice el Papa Francisco- sois la ventana para mirar el futuro; y ese futuro pinta bien cuando nos asomamos a los caminos de Santiago donde aparecen miles de jóvenes que, como los discípulos del Señor, seducidos por el mundo pero con la mirada puesta en Gáldar reconocen que la plenitud del ser humano no está en el poder, sino en el amor y en el servicio. Jóvenes capaces de escuchar a Jesús y como lo hicieron los hijos del Zebedeo, dispuestos a ir contracorriente y luchar por construir una civilización del amor y de la vida. Por tanto, queridos jóvenes, abramos los oídos del corazón y escuchemos las palabras de  fe, de esperanza y de  caridad que surgen de las piedras de este maravilloso templo de Santiago.

En definitiva, podemos decir que el templo de Santiago de Gáldar es mucho más que una fábrica de piedras maltratadas por los años. Es el sol al caer la tarde tiñendo de oro sus muros, las campanas que tocan a boda, el sonido del martillo el primero de Enero abriendo el año jubilar, es la esperanza de un pueblo defendiendo la libertad luchando contra la invasión francesa, son oraciones en medio del cólera y de la pandemia del COVID, Santiago es Gáldar y como obispo, puedo añadir, Santiago es un pilar importantísimo de la Iglesia de Canarias que con su hospitalidad y acogida de peregrinos oxigenan el corazón de nuestra Iglesia Diocesana.

La figura Santiago Apóstol

El segundo elemento a resaltar es la contemplación de la figura de Santiago apóstol como patrón, como peregrino, como modelo y revitalizador de la raíz de la fe.

Santiago patrón de España

Desde los siglos medievales, Santiago ha recibido culto en España como su singular Patrón. La devoción a Santiago como Patrón de España es un deber de gratitud por la fe recibida y una obligación a la hora de pedirle, como recoge la liturgia en la oración colecta de la solemnidad de Santiago, que “por su martirio sea fortalecida la Iglesia y por su patrocinio España se mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos”.

Asimismo hablar de patrón de España es hablar de un proyecto de vida común, es hablar de una responsabilidad social con los más desfavorecidos que crece aún más por nuestra condición de cristianos. Y esa responsabilidad social nos obliga a no olvidarnos del drama que, justamente en el momento presente, sufren muchos españoles a consecuencia del paro. La Covid19 ha hecho de éste, un Jacobeo especial. Los cambios sociales, emocionales y económicos que ha traído consigo esta crisis sanitaria han exaltado los grandes signos que marcan una sociedad sana: la solidaridad, la generosidad y la empatía con el que sufre.

La pandemia ha puesto a prueba nuestra capacidad de sobreponernos a las  dificultades, y ha dejado también, testimonios de amor a través del compromiso solidario y fraterno de aquellos que han sentido como suyo el dolor de quienes han perdido un familiar o amigo o el aumento de la pobreza con sus muchas caras. Tengo que recordar y agradecer en este atril el buen hacer de Caritas Diocesana y todas las caritas parroquiales en esta nueva realidad que ha sido destacable.[2] Una gestión que se ha complicado y acrecentado con la acogida y atención a los migrantes que en los últimos meses han llegado a nuestras costas.[3]

A su vez el patronazgo de Santiago nos obliga a vivir la fraternidad, a preocuparnos por el bien común y nos llama a comprometernos con nuestra ciudad y con nuestra isla. Aprovecho para hacer una llamada a todos, políticos, empresarios y colectivos diversos a trabajar juntos para encontrar caminos que hagan crecer el bienestar, el trabajo y la solidaridad en nuestra ciudad. Que dejando aparte las diferencias busquemos el diálogo y el encuentro para que la ciudad de Gáldar en particular y Gran Canaria en general brillen por su desarrollo social en el mundo entero.

Santiago Peregrino

La segunda idea tiene que ver con las peculiaridades de la devoción a Santiago en nuestro país y en nuestra ciudad. Y para ello, nada mejor que entrar en este templo y detenernos frente a la pila de piedra verde oculta en la oscuridad de una capilla, discretamente custodiada por una antigua estatua del Santiago peregrino. En la imagen de nuestro patrón, vestido de peregrino, sobresalen algunos símbolos que nos ayudan a profundizar en su devoción como la cruz, el bordón, la vieira y la calabaza.

La cruz nos habla de un ejemplo de fe, de seguimiento de Jesucristo, de entrega sencilla y generosa. Nos habla de un apóstol que es modelo a seguir porque con su vida, como todos los apóstoles, fue un testigo de la fe, de la esperanza y del amor.

El bordón es símbolo de la dureza de la vida, que experimentaba el hombre medieval y que, hoy también, de forma distinta, seguimos experimentando. La vida sigue siendo un camino, una peregrinación, un valle de lágrimas, aunque también de gozo y de alegría. Y aquí estamos hoy también nosotros pidiendo al Señor que nos ayude en nuestro caminar; que Él sea nuestro compañero de camino, como en aquel delicioso pasaje evangélico de Emaús.

La vieira, esa concha sencilla y amplia, es un símbolo del misterio del mar. De ese mar que hay en cada uno de nuestros corazones. De ese mar desconocido que llevamos dentro y que no sabemos explicar. Porque la condición humana, lo que somos cada uno de nosotros, es un gran misterio, abierto a unas últimas preguntas, a un abismo interior que nos desborda y nos trasciende. Y donde podemos encontrar, como los peregrinos medievales, a ese Dios, revelado en Cristo Jesús y escondido como entre las valvas de la vieira. Es eso lo que descubrieron esos náufragos gallegos que apelaron a la misericordia de Dios y la intercesión del Apóstol y salvaron sus vidas en las costas canarias y nos dejaron la devoción a Santiago.

Y, finalmente, ese símbolo casero y popular de la calabaza, con un agua que refresca, un alivio que compartían los peregrinos del Medievo y que es un símbolo de hermandad, de solidaridad, entre los que compartimos los caminos de la vida y es el que nos recuerda la necesidad de trabajar por el bien común y especialmente por los más necesitados.

Caminar con Santiago peregrino es llevar sobre los hombros esta nueva realidad, es presentar ante el Patrón el sufrimiento de los más vulnerables.

Santiago modelo de fe

Otro elemento que sobresale en la contemplación de Santiago es descubrir un modelo de fe.

Fijando la mirada en el Apóstol, os invito a fijaros en las lecturas del evangelio que nos muestra la lección dura y clara que Santiago y Juan tuvieron que recibir por parte de Jesús cuando, según el evangelio, empujados por la ambición pidieron a su maestro por boca de su madre un trato de favor y privilegio en la organización del Reino de Dios. Ellos pedían honores, y Jesús les predijo el martirio. Ellos querían mandar, y Jesús les exhortó al servicio humilde de los hermanos.

Juan y Santiago han sido muy generosos al abandonar su casa y sus redes para seguir a Jesús. Han escuchado que el Señor anuncia un Reino y que ofrece la vida eterna, pero no logran entender todavía la nueva dimensión que presenta el Señor y, por ello, su madre va a pedir algo bueno, pero que se queda en las simples aspiraciones humanas: “Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino” (Mt 20,21).

¡Cuánto tiempo hacía ya que los doce iban con Jesús y aún no le habían comprendido! La madre de Santiago y Juan pide los lugares de privilegio y de poder para sus hijos, y los otros diez se enfadan contra los dos hermanos.

También nosotros hace tiempo que conocemos a Jesús y a menudo damos la impresión de no haberlo comprendido mucho, o nada. Y es que ver el mundo con los ojos del Dios de Jesús supone invertir nuestros esquemas: para nosotros, vale y es importante el que está arriba; según el Dios de Jesús cuenta el que sirve. El mensaje de Jesús, por tanto, choca con la forma de pensar de los hombres: los hombres hablan de poder, Jesús habla de servicio y quien quiera seguirlo tiene que aceptar y vivir este mensaje.

¡Cuánto tenemos que aprender todavía los cristianos! Pero podemos hacerlo. Santiago y Juan y los otros diez, con el tiempo, también fueron aprendiendo. Tanto, que llegaron a proclamar como hemos escuchado en la primera lectura, que "obedecer a Dios es primero que obedecer a los hombres"(Hch. 4,19). Por fin habían asumido la manera de ver del Dios de Jesús. Y sabemos que precisamente Santiago fue el primero de los doce que, como Jesús, dio la vida. El, que quería el poder y la gloria, fue asesinado por el poderoso de turno. Había cambiado de armas, porque había cambiado de esquemas.

En el Reino de Jesús gobernar es servir. En su Reino no hay sitio más que para los servidores. Y servidores hasta la muerte. Esta es la vocación que Santiago pone hoy ante todos nosotros: hemos de convertirnos en servidores; hemos de servir a Dios y a los demás tal como lo hicieron Jesús, María, los apóstoles y los santos de todos los tiempos.

Santiago revitalizador de las raíces de la fe

Por último, contemplar la figura de Santiago es revivir la tradición recibida a través de los Apóstoles de Nuestro Señor Jesucristo. Es asumir, como tarea necesaria y urgente, una nueva y más profunda evangelización en nuestro tiempo y en nuestra sociedad. Es refrescar las raíces de la fe, que en muchos, por la intemperie, han perdido humus y calor. La devoción a Santiago se une, de esta forma, con la misión, con el apostolado y con el principio de comunión eclesial, cuyo vértice es Pedro.

Los apóstoles, hombres con los demás hombres, capaces de fallar y de estropearse, se han encontrado con Jesús, y Jesús les ha derramado dentro un tesoro, les ha confiado ser portadores del tesoro inmenso de la fe, de la esperanza, del amor inagotable de Dios. El tesoro del Evangelio, que como afirma San Pablo "lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros” (2ª Cor. 4,7). La fuerza viene de Dios y no de las vasijas. Por eso no debemos soñar medios poderosos para transmitir la fe, ni en vasijas que llamen la atención por la nobleza de sus materiales o de sus adornos.

Venerar la imagen de Santiago es recordar el destino universal del Evangelio, y para nuestro pueblo español, es tener presente la evangelización de América y de Asia. Por esto, Santiago nos proyecta fuera de nuestras fronteras hacia la misión; nos adentra en los caminos de la paz, nos lanza al futuro del tercer milenio, nos impulsa a la solidaridad con todos los mundos, rompe la falsa seguridad del numerus clausus de hombres a participar en los bienes de la tierra como comensales.

De nuevo, como aquella primera vez en la que Santiago desembarcó en nuestra tierra, tenemos desde la humildad que empezar a proclamar el Reino de Dios a muchas personas que no lo han conocido, que no han oído nunca hablar de Él. También hoy es urgente una evangelización de abajo hacia arriba. De la base hacia la altura. A sembrar de nuevo el Reino de Dios en la vida de muchas personas. A aclarar lo qué es distintivo de una vida cristiana de aquello que no lo es. A hacernos presentes, sin prepotencia, pero sin miedo, en los medios de comunicación social. A pasar a una pastoral de misión, que, como dice el Papa Francisco, enseñe a los hombres y a las mujeres de nuestra tierra a mirarse con los ojos de Jesús que siempre son ojos de amor, misericordia y perdón.

En definitiva, el reto que Santiago nos trae, cada vez que celebramos su fiesta, es precisamente que lleguemos a descubrir, y otros lleguen a descubrir, el amor que Dios nos tiene a través de la persona de Jesús de Nazaret.

El camino a Santiago de Gáldar

La peregrinación ha ocupado siempre un lugar importante en la vida del cristiano. Desde sus orígenes ha sido proceso de conversión, ha respondido a un ansia de intimidad con Dios y a una súplica confiada en sus necesidades materiales.[4]

Por eso es bueno iniciar el trayecto recordando la dinámica que una peregrinación cristiana lleva implícita: La partida como deseo de alcanzar los objetivos espirituales, el camino como itinerario solidario con los hermanos y preparación para el encuentro con el Señor, y la llegada como momento de escucha de la Palabra de Dios y celebración sacramental.

Peregrinar recuerda la misión que tenemos en el mundo como testigos de la salvación y constructores de la paz.[5]

Si hay algo peculiar de Santiago es precisamente la peregrinación. El Camino de Santiago es vía, peregrinación y signo. El Camino de Santiago suscita en el hombre varias resonancias, que llegan desde la Historia. Camino es la vía que se recorre, el sendero que discurre a través de lugares identificados en un mapa. Camino indica, además, el viaje emprendido, el itinerario gozoso y fatigosamente cubierto por cada peregrino. Por fin, Camino en sentido figurado, desde la literatura griega pasando por el Nuevo Testamento, significa la vida humana. Nacer es la entrada y la muerte es el éxodo. Las tres connotaciones convergen; y en su confluencia, ayer y hoy, reside su fuerza. Al recorrer el Camino de Santiago se despierta en la conciencia del peregrino la vida como una marcha hacia una meta.

 

El peregrino, en medio de la dureza del camino, saca fuerzas de la meta que sueña y le atrae. Recorriendo el Camino de Santiago, el hombre se abre a la trascendencia, marcha hacia ella, la acoge, en ella se interna esperanzado, le sorprende cuando le envuelve, goza con su cercanía y se abraza a ella como el peregrino al Apóstol. El peregrino vive de la meta; desde ella se hace comprensible su fatiga. Revivir en nuestra generación el significado del Camino de Santiago es un motivo para recordar que la vida humana se inscribe en las dos coordenadas de la fe en Dios y de la esperanza en la vida eterna.

El Camino de Santiago es como una gigantesca parábola de Dios como meta, de Jesucristo como acceso, de la Iglesia como caravana y posada, de la mesa del Señor como pan del cielo, que es el verdadero pan para el hombre caminante.

La ciudad de Gáldar ha estado vinculada a la tradición Jacobea desde antes incluso de la culminación de la conquista. De hecho, en 1481 se celebró la primera misa en una casa prehispánica “capaz y grande” -dicen las crónicas- “bajo la advocación del Señor Santiago”. En el proceso de asimilación de la cultura europea, los conquistadores establecieron la advocación jacobea, al patrón de las “Españas”, en la que fuera primera capital de Gran Canaria y corte de los Guanartemes: Agáldar.

El camino tiene su inicio en el sur de la isla, para adentrarse en el centro a través de la Caldera de Tirajana, serpenteando sus paredes para alcanzar la caldera de Tejeda y descender a través de los paisajes agropastoriles del Norte de Gran Canaria, junto a los volcanes más recientes de la isla. Como referencia del destino del camino emerge otro cono volcánico, la Montaña de Gáldar, visible desde las medianías y todo el litoral norte de la isla, por lo que además de los valores descritos, adentrarse en sus diferentes etapas se plantea como una auténtica “Ruta entre Volcanes” que nos devuelve al origen volcánico de la isla.

Es por ello que la ruta jacobea de Gran Canarias es una invitación a unirnos a la experiencia existencial que, según la tradición oral, realizaron unos marineros gallegos a comienzos del siglo XV portando la imagen de Santiago “el chico” para construir una ermita, hoy desaparecida, en los altos de Tirajana en acción de gracias por sobrevivir un temporal de mar.

Recorrer el camino es unirnos a la corte de los Guanartemes, ya que muchos de los caminos y senderos por los que transcurre esta ruta ya eran utilizados por los antiguos canarios en las comunicaciones que vertebraban la isla de sur a norte y posteriormente como vías pecuarias para la trashumancia o el desplazamiento de romeros: el Camino de la Plata.

El Camino de Santiago es una invitación a ir más allá, a subir más alto, a adentrarse en lo infinito. El Codex Calixtinus, en los primeros decenios del siglo XII, refiere cómo la multitud, reunida de muchas naciones, siente la atracción de la esperanza y de lo alto. “Allí van innumerables gentes de todas las naciones… No hay lengua ni dialecto cuyas voces no resuenen allí… Las puertas de la basílica nunca se cierran, ni de día ni de noche. La Humanidad entera está unida en su andadura hacia la patria definitiva. La solidaridad es claramente universal”.

Muchos peregrinos llegaban hasta Finisterre, donde la tierra termina y el mar inmenso comienza, para comprobar que el Evangelio de la esperanza, testimoniado por el Apóstol Santiago, había llegado a todas las gentes y sobre todo para contemplar en el cielo la vía Láctea, donde la huella del Camino de Santiago quedó marcada para siempre en los cielos, cuando, según la tradición, Santiago Apóstol se apareció a Carlomagno mostrándole el camino celeste para conducirle a su sepulcro, sirviendo a lo largo de los siglos de guía a los caminantes hacia Compostela.

El camino es contemplar a través de ese cielo estrellado la historia y el futuro esperanzador de un pueblo. Es unirse mediante esa vía Láctea a todos los pobladores de estas islas. Es un adentrase en la eternidad de la mano de la historia pues así lo contempló Carlo Magno, así lo vieron en la batalla de Clavijo. Así lo percibieron los gallegos que llegaron a estas costas. Así lo intuía Fernando de Guanarteme en las noches claras de la corte de Agáldar, así lo miraban los pueblos allende los mares y así con esperanza lo siguió Juan Sebastián Elcano dando la vuelta al mundo y llevando la fe del Apóstol a todos los rincones del orbe. Por ello nada mejor que elevar un canto al camino de Santiago, introducirnos en el horizonte del futuro esperanzador de la vida eterna y contemplando la vía Láctea hacernos en esta noche niños enamorados de Santiago y recitar con García Lorca

 

Esta noche ha pasado Santiago

su camino de luz en el cielo.

Lo comentan los niños jugando

con el agua de un cauce sereno.

¿Dónde va el peregrino celeste

por el claro infinito sendero?

Va a la aurora que brilla en el fondo

en caballo blanco como el hielo.

 


[1]José es "un padre en la acogida", porque "acogió a María sin poner condiciones previas", un gesto importante aún hoy -afirma Francisco- "en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente". Pero el Esposo de María es también el que, confiando en el Señor, acoge en su vida incluso los acontecimientos que no comprende, dejando de lado sus razonamientos y reconciliándose con su propia historia. (COPE. Programa “Aleluya” del 9 de diciembre de 2020).

[2] “En el año 2020 se dio respuesta a un total de 14.623 hogares, lo que repercutió en más de 45.000 personas… El número de atenciones realizadas a lo largo de 2020 supuso un incremento del 82,9% de los hogares atendidos con respecto a 2019…. Se trata del mayor número de atenciones en el último quinquenio.” (Memoria Institucional 2020. Caritas Diocesana de Canarias).“…Gracias a las nuevas tecnologías se pudieron llevar a cabo 3.505 atenciones de forma telemática y responder así a las necesidades materiales más básicas de las familias, procurando también escucha, acompañamiento y cercanía” (Memoria Institucional 2020. Caritas Diocesana de Canarias).

[3] “Más de 23.000 inmigrantes llegaron al archipiélago en 2020, procedentes en su gran mayoría (un 50%) de Marruecos y, en menor medida (15-18%) de Malí y Senegal. El punto de llegada a España ya no es la Península sino, mayoritariamente, la isla de Gran Canaria, a través de una ruta que se caracteriza por ser la más mortífera de todas las que conducen al territorio de la Unión Europea. En este sentido, cabe hacer notar que la circulación a través del Mediterráneo central se ha reducido, en relación a 2018, en un 50%, mientras que el flujo migratorio a las Canarias ha aumentado nada más y nada menos que un 1.164%, de 1.300 personas en 2018 a las ya citadas 23.000 el año pasado”. (El periódico.com. Editorial. 23-03-2021). “Esta gran cantidad de inmigrantes en las Canarias supone no solo un drama humanitario, agravado por la proliferación de menores que viajan sin presencia paterna o materna, sino un foco de tensión social en una zona que vive momentos complicados a causa del covid-19 y de su repercusión en el turismo”.

[4] “La peregrinación en el gran jubileo del Año 2000”. Documento aprobado por Juan Pablo II el 25 de abril de 1998.

[5] La dinámica propia de la peregrinación señala claramente unas etapas que el peregrino recorre como paradigma de toda su vida de fe: la partida pone de manifiesto su decisión de avanzar hacia la meta y alcanzar los objetivos espirituales de su vocación bautismal; el camino lo lleva a la solidaridad con sus hermanos y a la preparación necesaria para el encuentro con su Señor; la visita al santuario lo invita a la escucha de la palabra de Dios y a la celebración sacramental; el retorno, en fin, le recuerda su misión en el mundo, como testigo de la salvación y constructor de la paz. Es importante que estas etapas de la peregrinación, emprendida en grupos o de forma individual, estén jalonadas por actos culturales, que muestren su verdadera dimensión, utilizando para ello los textos sugeridos por los libros litúrgicos (“La peregrinación en el gran jubileo del Año 2000”.Documento aprobado por Juan Pablo II el 25 de abril de 1998).

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